domingo, 11 de noviembre de 2018

El cero y el infinito, de Arthur Koestler. Otros elementos de conexión con 1984.

          En las entradas anteriores (, y ) hemos visto similitudes profundas entre El cero y el infinito y 1984. Hemos visto similitudes en la estructura, en la visión sobre el estado totalitario soviético, especialmente en la época stalinista, en las relaciones que se establecen entre la verdad y la mentira, el miedo y la muerte en ambas obras. Para nosotros estos elementos son los que dan la mayor profundidad significativa y simbólica a ambas novelas. A continuación, veremos otros elementos que aparecen en ambas obras, aunque creemos que si bien van en consonancia con las otras similitudes, pueden ser menos importantes a la hora de sacar conclusiones sobre la relación entre ambas obras.
interrogatorio soviético, 1938. Fuente

          Hay elementos en El cero y el infinito que son llamativos y, aunque no tengan la misma función, se repiten o son heredados en 1984; por tanto, creemos que son elementos relacionados, tomados en una de la otra. El ejemplo que me llamó la atención con más fuerza fue en la página 72, capítulo XII de la parte primera: Rubachof se encuentra en la celda, sintiendo un dolor constante que parte de la raíz de una muela y reflexionando sobre la necesidad de "encontrar los fallos del Partido”. Piensa a continuación: “Todos nuestros principios eran buenos, pero nuestros resultados malos". Tras argumentarse y analizar, se pregunta por qué el pueblo los odia y los detesta. Se responde con fuerza: "Nosotros os traíamos la verdad y en nuestra boca tenía aire de mentira. Nosotros os hemos traído la libertad, y en nuestras manos se parece a un látigo". En primer lugar, no hay un rechazo del protagonista a la Revolución soviética: traían la verdad. El problema es la deriva posterior. En segundo lugar, y es a lo que vamos, recuerda al lema del Partido-Estado en 1984: "La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza". Creemos que es su origen literario, aunque ejerzan funciones distintas. Es innegable que tienen estos enunciados una fuerza increíble y nos parece mucha casualidad la coincidencia de una idea subyacente. En la URSS, la verdad es mentira, la libertad, esclavitud acaba siendo una identificación: bien podría haber dicho Rubachof que desde que gobernaban ellos, la libertad era esclavitud y la verdad mentira. Repetimos, no tienen la misma función narrativa, pues para Rubachof la afirmación es una expresión de nostalgia, mientras que en 1984 es toda una declaración de intenciones y una filosofía entera encerrada en pocas palabras. Detrás de ambos elementos está, sin embargo, la misma realidad sociopolítica o, quizás, filosófico-pragmática.
          Sí es más funcional, relacionado con el lema del Partido, y por eso lo comentaremos en este momento, la delgada línea entre la verdad y la mentira: "Déjame que a mi vez te haga otra pregunta. ¿Crees tú realmente eso o haces como si lo creyeras?" (pág. 106). Pregunta lanzada por Rubachof sobre Ivanof. Detrás subyace la duda de la verdad doctrinal y, más concretamente, de la fe en ella por parte de los miembros del Partido. Además, el error doctrinal, la creencia falsa, casi la superstición, se cura, tiene un carácter científico-médico: "Tengo curiosidad de saber --dijo, ya alto-- qué método hay en tu cabeza para curarme" (pág. 107). Esta percepción del error como enfermedad puede tener una explicación en el contexto cultural marxista, relacionado con el cientificismo y racionalismo positivista del que surge. Ver lo social como un hecho científico permite expresiones o razonamientos de este tipo. Y, literariamente, tiene un efecto fuerte para lectores que estamos en otro paradigma de pensamiento. A su vez, es el mismo recurso que aplica Orwell en su novela. En 1984, el Partido considera que el error se puede curar, para ello hay terapias de choque que te hacen recuperarte: los interrogatorios, como vemos en ambas novelas.
víctimas de gulag. Fuente
          Si el error es una enfermedad, la tortura es la cura en ambas obras. En el caso de Koestler, Gletkin es el sustituto de Ivanof, el primer interrogador de Rubachof, y el encargado de aplicarla. El interrogatorio busca el reconocimiento del error como enfermedad mental por parte del interrogado, a continuación se cura, y cuando se considera curada, se da luz verde para la eliminación del sujeto (si es que se puede llamar así a un autómata con la conciencia absorbida). En la novela de Koestler, el proceso de reconocimiento del error, la cura y el resultado es el mismo: "Nosotros estamos obligados a castigar las ideas falsas como otros castigan crímenes: por la muerte". El pensamiento, así, se erige en un elemento central del control de las masas en las sociedades de ambas obras literarias; en Orwell ya lo estudiamos en entradas anteriores, en la obra del húngaro se hace una comparación sugerirora: "Nos parecemos a los grandes inquisidores porque perseguimos los gérmenes del mal no solamente en los actos de los hombres, sino también en sus pensamientos" (pág. 116).
          El tema de la importancia del pensamiento exacto, científico, como expresión de una verdad absoluta, racional, deducida por el Partido o depositada en él y de obligado acatamiento por los que no han llegado a las mismas conclusiones, aunque se haya partido de premisas idénticas, y cómo se ha trasladado eso a la literatura y a la realidad histórica nos llevaría a hacer una entrada sólo para ello. Quizás algún día...
          Podemos sumar otro elemento, que puede ser secundario y no funcional, pero que suma en los puntos en común. Partamos de la siguiente cita: "La sala era amplia, desnuda y desordenada, como en todos los burós del Partido en el resto del mundo. Esto se debía en parte a la pobreza, pero sobre todo a una tradición de ascetismo moroso" (Koestler, pág. 84). Se comprueba la pobreza (o carencia) sumado a otro aspecto pragmático derivado de la filosofía del partido, similar en los inmuebles del Partido en Oceanía: funcionalismo, eliminación de lo superfluo, pobreza (aunque la tecnología sea avanzada) en elementos estéticos. Ya sea la casa de Winston Smith como el despacho del más poderoso. En ambos casos se impone esa pobreza por imperativo dogmático a los miembros del Partido.
          Otro elemento que relaciona ambas obras es el papel de la lengua, en concreto de la gramática. En la novela del aquineo, el uso de la primera persona del singular es signo de egoísmo, de clasismo y desapego al Partido o Revolución. Así se lo hace notar Ivanof a Rubachof en el interrogatorio. Podría ser, perfectamente, el primer paso de la neolengua o nuevolenguaje de 1984. En la obra de Orwell el proceso está mucho más avanzado, puesto que la Revolución está concluida y ha pasado el tiempo. En ella se busca eliminar el matiz y la polisemia. El recurso de los pronombres no se utiliza en la obra orwelliana, pero más allá del detalle concreto, la modificación de la lengua según un criterio ideológico está presente en ambas obras (y en el mundo real, véase en las modificaciones que los grupos de presión de la ideología de género han exigido y conseguido en las instituciones públicas, adulterando el español, provocando el primer paso hacia la neolengua en el mundo real).

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