jueves, 30 de agosto de 2018

1984, de George Orwell. VI Apreciaciones y crítica.

          Entradas anteriores:
Parte I: Obviedades. Por qué no vivimos en 1984
Parte II: La Policía del Pensamiento
Parte III: Doblepiensa y nuevalengua, el control de la mente.
Parte IV: La familia. El control del amor.
Parte V: Los proles, el control de la masa.

          Es una novela que se lee rápido y a veces con sumo interés. Recomiéndola sin duda, por el tema y por su papel como una de las primeras distopías que han servido para desarrollar un género que no se había desarrollado aún, que estaba en pañales, descubriendo diferentes posibilidades ficticias. El género se desarrollará de la mano de la ciencia ficción (no dejan de ser géneros centrados en el futuro, ya sea posible, como en la ciencia ficción, ya sea imposible, como en la distopía), creando diferentes posibilidades de encarar los miedos sociales e individuales. Sin embargo, un rasgo fundamental de toda distopía es el trasfondo (o a veces es el tema) de un Estado totalitario, opresivo, omnipresente, trasunto de la Rusia soviética en las primeras obras (Nosotros, que pronto leeré y haré reseña o esta misma). Creemos que hay una definición de distopía dentro de una conversación entre O'Brien y Winston, en el interrogatorio final. Esta definición se puede aplicar a cualquier distopía más o menos seria que se haya escrito (aunque por nuestra ignorancia es posible que nos equivoquemos, por ahora es una suposición por las películas que hemos visto, este género es nuevo para nosotros):
Fuente: https://boldomatic.com/p/DjMKGg/la-guerra-es-paz-la-libertad-es-esclavitud-la-ignorancia-es-fuerza-1984


¿Empiezas a ver ahora el mundo que estamos creando? Es justo lo contrario de las bobas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformistas. Un mundo de miedo, traición y torturas en el que pisoteas y te pisotean, y que se volverá más despiadado a medida que vaya refinándose. En nuestro mundo, el progreso será un progreso hacia el dolor. Las civilizaciones antiguas decían estar basadas en el amor o la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y la degradación, p. 282.
          En cuanto a esta novela de Orwell, muy interesante, hay que reconocerle valores positivos, como precavernos de los peligros de un Estado totalitarista, a través de una ficción que podría haber sido. Veamos sus rasgos a vuelapluma (¿vuelateclado?).
          Son algunos elementos los que nos muestran el carácter controlador de la ficción: el doblepiensa y la nuevalengua son los principales, ya tratados en entradas anteriores, pero la atmósfera opresiva es un ingrediente fundamental: las telepantallas son el símbolo principal de ese control material, pantallas que te ven y que a la vez te dan la información que el Estado-Partido quiere, sin posibilidad de cambiar; micrófonos en el campo; el comercio limitado para los miembros del Partido, que sólo pueden adquirir ginebra y cigarrillos de una marca, "Victoria", la marca del Partido podríamos decir, que produce productos de mala calidad. La puntualidad que aparece desde la primera página, con un mecanismo horario de 24 horas, y no la tradicional de relojes de 12 horas, también como microsímbolo de cambio de etapa histórica. La autodisciplina a la hora de mostrar emociones con la gesticulación facial es un rasgo también que afecta al carácter opresivo del ambiente: nadie debería poder intuir que estabas descontento o poco entusiasmado con el sistema, de lo contrario, podrías ser denunciado. El tiempo de ocio debías dedicarlo a las actividades colectivas preferiblemente, si no querías parecer sospechoso de desafecto. La sugestión colectiva a través de las pantallas y de los "dos minutos de odio"; en este último caso, no sólo servía para producir odio en los miembros del Partido contra Goldstein, el Enemigo del Pueblo, sino que servía para que la tensión acumulada en ellos por una sociedad tan opresiva saliera del cuerpo enfocado en un ente real, de modo que tuviera esa tensión, en forma de odio, un objeto concreto y no estallara contra el Partido. Por decir una última marca literaria referente a la opresión, las cartas son abiertas en el servicio postal antes de llegar a su destinatario, lo que había provocado que casi no se escribieran.
          En un nivel más literario, Orwell utiliza el recurso de la repetición. En realidad no es en el nivel narrativo, sino dentro de la ficción, hay elementos que se repiten continuamente al comienzo de la obra, de modo que el lector percibe esa sensación de opresión y control desde el principio. Las más notorias son las repeticiones del trilema del Partido.
          Asimismo, las descripciones de espacios concretos nos producen sensaciones agobiantes, que podrían extenderse a todo el ámbito urbano, especialmente lugares cerrados, donde siempre hay una pantalla vigilándote. Quizás, la excepción sea la tienda de objetos de segunda mano, que por ser de un prole no parece tener mecanismos de control, pero su apariencia pequeña, sucia, abarrotada de objetos también contribuye a la sensación literaria de opresión. Veamos, por poner un ejemplo, el comedor del lugar de trabajo de Winston Smith:

Una sala abarrotada y de techo bajo, con las paredes sucias por el contacto de un sinfín de cuerpos, mesas y sillas metálicas abolladas y colocadas tan juntas que le rozabas el codo al vecino, cucharas dobladas, bandejas desportilladas, tazones blancos y gruesos, superficies sucias de grasa, porquería en todas las rendijas, y un acre olor a ginebra y café de mala calidad mezclado con el aroma metálico del estofado y de la ropa sucia. 
          Vemos el efecto de embotamiento, unido con la frialdad del mobiliario, la suciedad e imperfección del entorno; además, las mismas voces de las telepantallas son metálicas y en vez de hablar, vociferaban (p. 112); los burócratas y otros miembros del partido son identificados continuamente con insectos y animales (escarabajos, cuando hablan croan, etc.). Todo esto predispone al lector a percibir como negativo todo lo relacionado con los responsables de dicha realidad material.
          Aprovecho para lanzar una pregunta: ¿si todo fuera bonito, claro, espacioso, perfecto y el trato humano fuera cordial, percibiríamos positivamente el Estado totalitarista? ¿Es posible un Estado de ese tipo?
          En las entradas anteriores me centré en una cuestión que parece ser la única en que la gente se fija ¿vivimos en 1984? En ellas traté diferentes aspectos, algunos mencionados de pasada en esta entrada. Ahora es el turno de analizar mis impresiones en lo literario y algunas inconsistencias que he encontrado en la lectura.
          La novela está dividida en tres partes, a la que le sigue un apéndice dedicado a la explicación de la estructura de la nuevalengua. Este apéndice viene referido muy al principio (capítulo 1 de la primera parte), a pie de página, para que vayas a él y lo leas si te interesa, antes de seguir con el libro. Yo lo leí al final, lo cual fue lo mejor, así no interrumpía la lectura para leer un tratado lingüístico. En mi edición (DEBOLS!LLO), además, aparece un epílogo de Thomas Pynchon que puede resultar interesante.
          En la primera parte lo principal es describirnos la sociedad, para entender el trasfondo de la tragedia que se cuenta en la obra. A su vez, comienza, ya en el primer capítulo, los elementos de la tragedia, recibiendo Winston Smith el objeto que le llevará a reflexionar y, por último, al desastre.
          En la segunda parte, el protagonista y la chica viven su romance, lleno de conversaciones metapolíticas. A su vez, contactan con la posible oposición y reciben el libro prohibido. Al final son pillados.
          En la tercera parte, se suceden las torturas y las reflexiones finales.
          Mi impresión principal es que la novela fue escrita con prisas. La acción es mínima y, sin embargo, parece a veces que es atropellada. Es decir, se suceden hechos sin mucho sentido entre ellos. Me parece un fallo la declaración de amor de Julia, que se produce de un modo abrupto y sin motivaciones previas. ¿Sabría ella por su edad lo que es el amor, en una sociedad donde el las emociones y los sentimientos entre personas están siendo borradas en los miembros más jóvenes? No me parece que la acción esté demasiado desarrollada. Quizás, el objetivo de Orwell no era más que reflejar una sociedad y una tragedia personal que debía verse, claramente, como una consecuencia de esa sociedad. Complicar la historia podría ser darle más importancia a lo concreto y no a la idea general. Podría desviar la atención hacia lo más contingente, cuando el interés de Orwell podría ser, únicamente, la crítica al totalitarismo. Son elucubraciones, pues nada al respecto he leído en internet ni tengo bibliografía sobre el tema.
          He dicho que iba a notar algunas inconsistencias que creo que hay y que son producto de una redacción apresurada.
          Una es la actitud ingenua del narrador, que cree que el Partido es fácil de volar por "fallos" en su funcionamiento de control. Así, por ejemplo, cree que si se supiera, si se publicara, que ciertas víctimas conocidas de ejecuciones del Estado eran inocentes y se había cometido una injusticia, el Partido "volaría en pedazos" (p. 88). Creo personalmente que el fanatismo que hay entre los miembros del Partido imposibilitaría una crisis de tal proporción. Hay creo que Orwell no meditó bien las palabras o quiso exagerar el odio o desprecio de Winston Smith hacia el Partido.
          Esto me lleva a que un mecanismo de control que ya tratamos en otra entrada era el de modificar textos anteriores para modificar la historia: "quien controla el presente controla el pasado", es otro de los lemas del Partido. Sin embargo, parece increíble que modificando una edición antigua de una revista que está en los archivos el Partido se ha salvado el pellejo. ¿Nadie tenía ejemplares originales en sus casas guardados? Está claro que es una exageración que flaquea un poco, aunque no podemos negar el efectismo de dicho instrumento de control en el lector, que recuerda bastante a la manipulación mediática actual.
          Entiendo perfectamente que seleccionara el deseo irracional como el instrumento para acabar con el Estado, antes que el amor. Es algo con más fuerza, más material y menos espiritual (Orwell no deja de ser un socialista materialista), cuando, si de algo estaba falto el pueblo, era de amor, de sentimientos positivos y humanitarios y solidaridad, mientras que estaba lleno de irracionalidad, sentimientos ilógicos y colectivos. El amor hubiera sido un arma mucho más poderosa.
          Un error mínimo que tiene Orwell es dejar que Winston se pasee con un maletín que no es el suyo y que lo tiene de un modo no normal, algo que, a estas alturas de la novela, página 198, sabemos que habría llamado la atención (de alguien o de la telepantalla): "Winston, cargado todavía con el maletín que había tenido entre las piernas mientras trabajaba y bajo la almohada mientras dormía, volvió a casa, se afeitó..."
          Hasta aquí nuestras entradas sobre 1984 en exclusiva... pues la próxima entrada irá sobre la relación que hay entre El cero y el infinito, de Arthur Koestler y esta novela. Nos dejamos sin embargo, como dijimos en la entrada anterior, muchos temas que darían para mucho, añado ahora también el de la psicología de los protagonistas, que sería muy interesante estudiar. Lo dejaremos para que lo haga otro o para más adelante. Por ahora no puedo estancarme y debo seguir leyendo más cosas.
       

1 comentario:

Comenta aquí, si no te sientes mal

No te pierdas...

1984, de George Orwell. II La Policía del Pensamiento.

      "Si tanto el pasado como el mundo externo existen solo en la mente y esta es controlable... ¿qué nos queda?" 1984 , Ge...

Las más vistas

Estrella Polar.

Estrella Polar.
Podéis pedirme vuestro ejemplar