Todo este parón que está presentando el blog no es ni más ni menos que consecuencia de mi nueva vida laboral. Desde septiembre estoy trabajando de profesor de lengua y literatura en Chiclana de la Frontera, haciendo una sustitución que no sé cuánto durará.
La sesión es, sin duda, agridulce. Es dulce, dulcísima, porque por fin estoy ejerciendo de lo que más deseaba, en la instrucción de los jóvenes que como yo fui, estaban necesitados de alguien que alguna vez les echara una mano con la formación y su crecimiento personal a través de la cultura. Por fin estoy compartiendo de un modo reconocido por el Estado mis conocimientos y mis vivencias, aprovechando la mínima experiencia que traía para que los alumnos puedan aprender del modo más coherente y útil posible.
Pero también he dicho agria. Y es que la experiencia tiene mucho de agrio cuando ves que tu empeño en que aquellos que menos trabajan lo hagan más, se va al garete (o lugares más escatológicos). Cuando no eres nadie en el aula, solo un tipo que va a complicarles la vida a los alumnos y no te ven, por el contrario, en aquella persona que dedica su tiempo al bien común, que es el bien de cada uno de ellos y de todos en común. Cuando todo el trabajo no tiene los resultados que esperabas.
Esto tiene una consecuencia nada halagüeña. Sigo estudiando oposiciones, y todo el tiempo que debería haber aprovechado para estudiar se ha ido en preparación de clases. Al final la decisión ha sido que para el resto del curso me voy a dedicar más a mi futuro que al de mis alumnos. Ya tendré tiempo, cuando tenga mi plaza, de prepararme clases decentes.
Entre otros hechos que quiero destacar estaría el de el cambio en la programación didáctica de Literatura Universal, en el que he hecho una modificación, dando teoría y práctica de poesía japonesa (haikus) e islandesa medieval, con lectura de la Edda Menor. Además de dar lo típico. Creía necesario enseñar a mis alumnos algo que controlo mejor que los temas académicamente instaurados y que además podría tener éxito, al ser algo poco conocido en los adolescentes (sobre todo la literatura islandesa). Aun no sé si he conseguido captar la atención de los alumnos con estos temas.
En cuarto de ESO también he tenido algunas satisfacciones en cuanto al temario. He querido dar los tipos de texto a mi manera, sin atender lo que el libro quiere enseñar, unos contenidos sin pie ni cabeza y espero que los alumnos lo hayan captado.
En definitiva creo haberme ratificado precisamente en eso, en que los libros de texto de la ESO son nefastos. Pero por cuestiones personales, no me queda más remedio que utilizarlos con intensidad en el segundo trimestre.
Un blog de crítica literaria, donde se intenta estudiar cuestiones concretas de diversas obras, de modo que se aleja de la típica crítica de periódico. También hay artículos de didáctica, música, lingüística... siempre con profesionalidad y seriedad, y desde mi punto de vista cuando es necesario.
domingo, 17 de diciembre de 2017
miércoles, 6 de diciembre de 2017
Homenajes a Manuel Ariza
Os dejo un par de enlaces. El primero es a la web de filología de la US (Universidad de Sevilla), en él se menciona dos exposiciones dedicadas a Manuel Ariza: la primera es en internet, y el enlace directo a esa exposición digital es la siguiente:
https://www.scoop.it/t/exposiciones-bibliograficas-temporales-de-la-biblioteca-de-humanidades-universidad-de-sevilla/?&tag=Exposici%C3%B3n+Manuel+Ariza+Viguera
La segunda exposición es física, en la biblioteca de Humanidades (la Dante) de la US. Toda la información está en el siguiente enlace: http://filologia.us.es/actividades/exposicion-homenaje-manuel-ariza/
Igualar a este profesor será imposible.
https://www.scoop.it/t/exposiciones-bibliograficas-temporales-de-la-biblioteca-de-humanidades-universidad-de-sevilla/?&tag=Exposici%C3%B3n+Manuel+Ariza+Viguera
La segunda exposición es física, en la biblioteca de Humanidades (la Dante) de la US. Toda la información está en el siguiente enlace: http://filologia.us.es/actividades/exposicion-homenaje-manuel-ariza/
Igualar a este profesor será imposible.
burocracia y pérdida de calidad en educación
Por problemas que no vienen a cuento aún no he podido terminar con mi promesa sobre publicar mi traducción del mito de Narciso de Ovidio. Lo haré. Pero me he encontrado con el siguiente artículo, publicado el 11 de junio de 2017 en eldiario.es y necesito compartirlo con vosotros. El autor es Ricardo Chiva Gómez. Solo pido que si incumplo alguna ley de propiedad intelectual o lo que sea de alguna asociación de prensa que se me diga antes de cualquier problema.
El artículo trata sobre cómo la insensatez en pos de la calidad en educación ha llevado a bajar los niveles de dedicación a lo verdaderamente importante, los estudiantes y la investigación. Es extrapolable a la Educación Secundaria. Ahora lo estoy sufriendo en mis carnes.
La gestión de la calidad o cómo acabar con la Universidad lentamente
La gestión de la calidad se ha extendido en el ámbito universitario español. Y si para muchos esto puede significar que la Universidad actúa correctamente ya que sus procesos ahora tienen la máxima calidad, es decir se hacen bien las cosas, la realidad es bien distinta.
La gestión de la calidad es un enfoque directivo desarrollado a mediados del siglo pasado que pone el énfasis en la mejora continua de los procesos dentro de las organizaciones. Si bien este concepto en sí mismo no es negativo, puede que lo sea su implantación o aplicación al mundo organizativo, o al menos resulte obsoleto.
Dado que la mayoría de empresas que acogieron esos planteamientos eran burocráticas, es decir centradas en el orden y que consideraban que era clave tener normas y reglas claras sobre cómo hacerlo todo en las organizaciones, o estaban centradas en el logro, la competitividad y la fijación de objetivos y estrategias, su implantación se llevó a cabo desde de dichas perspectivas. Y esto, ¿qué implicaciones tuvo? Pues que la gestión de la calidad se transformó en normas y auditorías de calidad.
En primer lugar, implicó e implica crear y explicitar normas y reglas para todo, y en segundo lugar en fijar objetivos y metas para cada equipo, departamento o persona en la empresa. En toda esta visión subyace el pensamiento de que no podemos confiar en las personas que trabajan en la organización; por eso debemos controlarlos, decirles lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo, y motivarlos "con la zanahoria", animándoles a marcarse metas, o marcándoselas nosotros, e incentivando su logro...
¿Hay algún problema con todo esto? En principio no, si lo que quieres y buscas es estabilidad, y si no quieres innovar o crear. ¿Por qué? Porque el establecimiento masivo de reglas sobre cómo hacer las cosas genera inflexibilidad, e impide la autonomía: ya que hay que hacer las cosas como se ha estipulado, y fijar objetivos impide centrarnos realmente en cómo hacemos nuestro trabajo; es decir, importa más la cantidad, que la calidad, paradójicamente.
Además, fijar objetivos y vincularlos a incentivos bloquea la innovación: a pesar de que numerosas investigaciones han probado que los incentivos individuales y de equipo no son recomendables con actividades intelectuales o creativas, porque bloquean el proceso y pueden incluso desmotivar, multitud de organizaciones y empresas siguen utilizándolas (muy interesante el vídeo TED de Dan Pink a este respecto: 'La sorprendente ciencia de la motivación').
Así pues, el problema surge cuando una institución como la Universidad, que debería ser la referencia de la innovación y la creatividad, se ahoga con estos planteamientos organizativos. Y para ello se crea un organismo como la ANECA, Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, adscrita al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para salvaguardar la calidad de la Universidad, y se crean vicerrectorados o departamentos de calidad en cada una de las Universidades. Y todos ellos van extendiendo poco a poco la necesidad de fijar objetivos, metas, indicadores, acciones de mejora, estrategias, y la necesidad de controlar y vigilar a las personas o grupos, teniendo que demostrar continuamente que se han realizado determinadas actividades.
Todo ello genera una enorme inflexibilidad, dificultad y lentitud para hacer cambios, por ejemplo, en los grados y posgrados porque la ANECA y otros organismos internos de la Universidad deben ratificarlo y verificarlo todo; y genera una excesiva dedicación para preparar informes, documentos y actas en su mayoría inútiles, con lo cual el profesorado reduce alarmantemente su tiempo para mejorar la verdadera calidad de la docencia y la investigación.
En cuanto a este último aspecto, la investigación, ha quedado reducida fundamentalmente a maximizar las publicaciones en determinadas revistas, lo cual pone el énfasis otra vez en lo cuantitativo sobre lo cualitativo: no se trata de publicar trabajos rompedores o innovadores y que mejoren sustancialmente la sociedad, sino de conseguir muchas publicaciones en revistas de prestigio; lograr los objetivos, las metas. En cuanto al personal de administración y servicios, su situación es similar: normas, procesos, objetivos, meta e indicadores hasta el hartazgo.
Y entonces, ¿qué se puede hacer? ¿qué planteamientos directivos o de gestión existen en organizaciones que son innovadoras? En primer lugar, hay que decir que no se trata de erradicar por completo las normas o los objetivos, pero sí de reducirlos a su mínima expresión. De hecho, en su excelente artículo sobre Universidad y calidad, Enrique Moradiellos (El País, 3 de Marzo de 2016) considera que un "buen gobierno" implica procurar siempre la máxima simplificación de trámites administrativos y burocráticos. En segundo lugar, estos nuevos planteamientos huyen de la obsesión por el control; y para ello confían en las personas, en sus decisiones y potencial. En tercer lugar, se trabaja en equipos que se auto-gestionan, todas las personas tienen poder, responsabilidad y autonomía; todos pueden tomar decisiones.
Además, hay transparencia total, tal y como reclama también Enrique Moradiellos para la Universidad española. Y se trata de que la motivación intrínseca, y no la extrínseca ("la zanahoria") como ocurre ahora, se extienda por la organización y para eso las personas deben sentir que tienen autonomía, que aprenden y que su trabajo sirve para algo o aporta algo a la sociedad. ¿Podrían las comisiones de grados o posgrados tomar decisiones sobre los mismos y gestionarlos sin la existencia de la ANECA? ¿Serían esos equipos más flexibles, innovadores y creativos? Probablemente sí, y eso afectaría positivamente a dichos estudios y a los estudiantes.
¿Investigarían los profesores más o mejor si no tuvieran esas exigencias cuantitativas de publicaciones en determinadas revistas? En principio, y dada toda la investigación al respecto, sí. Además, alejados de incentivos y de pérdidas de tiempo en reuniones, actas e informes, la dedicación, creatividad y la innovación sería mayor. Y por lo tanto mayor sería la aportación a la sociedad, tanto a través de la docencia como de la investigación. Es hora pues de que la Universidad deje de lado planteamientos obsoletos de gestión y mire hacia nuevos modelos más conectados con la innovación y la creatividad, más propios del siglo XXI.
jueves, 31 de agosto de 2017
Narciso I. Narciso y Eco. Traducción propia.
P. OVIDII NASONIS
METAMORPHOSES
NARCISSUS. ECHO.
El más célebre por su fama[1], por las ciudades
Aonias
daba respuestas irreprochables al pueblo pedidor.
La primera que admitió las pruebas de la confianza
y de la sentencia valedera:
la azulada Liríope, a la que una vez, como río
sinuoso, 340
ciñó Cefiso y a la atrapada en sus aguas 5
arrastró con fuerza. Parió, la más hermosa, de su
copado útero
a un niño, que por las ninfas ya entonces pudo ser
amado,
y lo llama Narciso. Por este consultado: si fuese
a ver los tiemos largos de una ancianidad madura, 345
el fatídico vate contesta: “si no ha de conocerse a
sí mismo”. 10
Vana, largo tiempo, fue vista la voz del adivino:
a aquella, el asunto
de la muerte hace creíble, así como el tipo de
muerte y la novedad del desvarío.
Y como a tres veces cinco el cefisio[2] un año
había acumulado y había podido ser visto niño como
joven: 350
a él, muchos jóvenes, muchas chicas desearon. 15
Pero fue, en su belleza tierna, la soberbia tan
dura:
ni jóvenes, ni muchachas lo tocaron.
Vio a este mientras movía angustiados ciervos a
las redes
la ninfa de hermosa voz, que ni callar ante el que
habla, 355
ni en primer lugar ella misma de hablar gustó, la
resonante Eco. 20
Un cuerpo hasta este momento Eco, no una voz, era;
y, sin embargo, no otro uso
la charlante tenía de la boca, diferente al que
ahora tiene:
podía imitar de muchos las más últimas palabras.
Hiciera esto Juno porque, pudiendo castigar 360
a las ninfas que frecuentemente con Jove en el
monte yacían, 25
aquella, inteligente, a la diosa largo tiempo
retenía
hasta que huyesen las ninfas. Tras percibirlo la
saturnia[3]
“de su lengua” dice, “por la que fui burlada, la
utilidad
pequeña a ti te será ofrecida y brevísimo el uso
de la voz” 365
y así confirma las amenazas: al fin esta, del
final de lo que se dice, 30
dobla las palabras y las palabras oídas devuelve.
Pues bien, cuando a Narciso por campos apartados
vagando
vio y ardió, sigue las huellas a hurtadillas,
y cuando más persigue, la llama arde más
íntimamente, 370
no de otro modo, que cuando al extremo de las
antorchas 35
acercadas las llamas, los fogosos azufres untados
arrebatan.
¡Oh! ¿Cuántas veces quiso acercarse con tiernas
palabras
y usar súplicas delicadas? La naturaleza lo
rechaza
y no permite que inicie. Pero, esto sí permite:
aquella ha sido dispuesta 375
a esperar sonidos a los que responde con sus
palabras. 40
Casualmente, el chico apartado de sus compañeros
por una marcha segura
dijera: “¿Hay alguien ahí?” y “¡Ahí!” respondiera
Eco.
Este queda atónico y conforme mira a todas partes,
con gran voz grita “¡ven!”, aquella invoca al que
invoca. 380
Miró atrás y de nuevo, sin que viniese nadie, dijo
“¿Por qué 45
me rehúyes?” y otras tantas palabras, cuantas
dijo, recogió.
Queda quieto y, engañado por el eco de las voces
alternas,
dice: “¡Reunámonos aquí!” y nunca con más placer
disponiéndose a responder con sonido repitió Eco “¡Aquí!”, 385
y ella favoreció sus propias palabras y tras haber
salido del bosque 50
iba para echar los brazos al cuello esperado.
Aquel huyó y mientras huye: “Quita las manos de
este abrazo,
dice, antes muriese que tengas para ti ocasión de nosotros”.
Nada repitió ella sino: “tengas para ti ocasión de
nosotros”. 390
Despreciada, se esconde en los bosques y pudorosa,
con las frondas su boca 55
oculta y desde aquel momento vive en grutas
solitarias.
Pero, sin embargo, el amor se clavó y creció por
el dolor de la repulsa.
Diluyen las
angustias sin descanso al cuerpo miserablemente
y contrae la piel la flacura y en aire la
sustancia 395
del cuerpo entero desaparece. Tanto la voz como
los huesos quedan. 60
La voz permanece, los huesos muestran haber
contraído el aspecto de piedra.
Desde entonces se esconde en los bosques y en
ningún monte es vista;
por todos es escuchada: el sonido es quien vive en
ella.
Así, a esta, como a otras ninfas de las aguas o de
los montes nacidas 400
había este burlado, así a multitud de hombres
antes. 65
Por ello, alguno, despreciado, las manos a los
cielos alzando
“¡Así ame él mismo pero sin apoderarse de lo amado!”
dijera. Conforme estuvo la ramnusia[4] con las
justas peticiones.
[1] Tiresias, cuya metamorfosis se cuenta en versos anteriores.
[2] Narciso, como hijo de Cefiso.
[2] Narciso, como hijo de Cefiso.
[3]
Juno, por hija de Saturno.
[4]
La diosa Némesis, por su templo en Ramnonte.
Cualquier crítica a la traducción será bien recibida. Hay que tener en cuenta que no es un texto lírico propiamente dicho, ni he buscado hacer un poema en español (que está en proceso), sino una traducción del latín de la obra de Ovidio, en el que los tiempos verbales a veces son un poco caóticos y la métrica, de algún modo, le exige transformar la sintaxis y la morfología. Pero vaya por delante que no busco vuestra benevolencia. En breve publicaré la continuación del mito de Narciso.
VALE
jueves, 24 de agosto de 2017
Narciso y la melancolía
fuente: http://www.florespedia.com/Imagenes/narcisos-hd.jpg |
Al margen del interés de este, para mí, hallazgo, quise traducir la versión ovidiana y tal he hecho. Entre otras obligaciones, sacaba tiempo para poco a poco ir desmadejando la sintaxis y los sentidos del texto latino. Hoy he dado fin a la traducción, ahora quiero darle forma legible más o menos bonita. No sé si la publicaré, no sé si alguien leerá este artículo o si sólo me responderá, cual Eco, el sonido de mis propias palabras en los comentarios. Si sólo hubiera una persona que quisiera leer mi traducción, la mostraría.
El origen, sin embargo, de tanto trabajo, está en mi deseo de poetizar de un modo nuevo el mito. Quizás un epilio, con matices líricos y en un estilo propio, mío, en que la gente que lee mis poemas pueda reconocerme, pero a la vez sienta que un mundo antiguo, mítico, desaparecido se esconde entre los versos y la melancolía de un ser solo, enamorado de su reflejo aun en las aguas subterráneas tras su muerte, allá donde el rico Plutón tiene su magnífica hacienda, inunde el alma del lector caro.
martes, 4 de julio de 2017
las obras sobre Antonio Azorín, de José Martínez Ruiz (y la España negra, de Darío de Regoyos y Verhaeren)
Cuando me disponía a escribir sobre Azorín, me fui de viaje y comencé a leer a Unamuno: Amor y Pedagogía y Tres novelas ejemplares y un prólogo. Eso me llevó a escribir un artículo sobre una de sus novelas ejemplares que me parecía interesante, ya que se podría aplicar lo que dice en el prólogo para entenderla mejor, de modo que pasara de ser una novelita mediocre a ser una obra muy intensa y con una lectura profunda muy trabajada. Ese artículo me llevó a darme cuenta del jugo que podría tener ese artículo, que iba a ser publicado en este blog. Actualmente el artículo tiene 13 páginas de word y no está acabado. De hecho, me estoy planteando publicarlo en una revista especializada o prepararla para comunicación en algún encuentro. Así que el blog ha estado parado, pero no yo.
Voy a comentaros, eso sí, por quitarme el gusanillo de Azorín, lo que leí y algo de lo que aprendí.
Cuando estás estudiando los apuntes de las oposiciones van apareciendo las obras de los autores y los apuntes, más mal que bien, te comenta brevemente dichas obras. Y aparecía La voluntad entre las de Azorín. Esta obra venía recogida como primera de una trilogía, la de Antonio Azorín. Me leí la novela y posteriormente (es costumbre que tengo) me leí la introducción. En ella se mencionaban dos cosas: por un lado, que junto con otras tres publicadas del mismo año, 1902, completaba la cuaterna de novelas más interesantes de la década por cuanto introducían un nuevo estilo en nuestras letras narrativas. Esas tres novelas eran Sonata de Otoño, de Valle-Inclán, Camino de perfección, de Baroja y Amor y Pedagogía, del susodicho autor vasco. Por otro lado, se decía que la trilogía de Azorín no era la que usualmente se había señalado, a saber, La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo, publicadas sucesivamente en 1902, 1903 y 1904, sino que más bien, Diario de un enfermo, de 1901, sustituía a Confesiones..., y la argumentación era sólida, aunque incompleta. Visto esto, el siguiente libro que me leí fue Antonio Azorín, (quizás fue en su introducción donde leí esto último), a continuación Diario de un enfermo, por último leí Confesiones.... Podríamos atrevernos a considerar que las cuatro obras conforman una tetralogía, algo que no he leído en ninguna de las introducciones, aunque un argumento en contra sería el que Inman Fox nos plantea en una de las notas a pie de página: "Desde el punto de vista de estructura -de obra de arte- tiene muy poco que ver con La voluntad y Antonio Azorín. Si dejamos a un lado el elemento autobiográfico, parece ser más bien el libro que abre el ciclo de las colecciones de estampas: Los pueblos (1905), España (1909) y Castilla (1912)".
La lectura de La voluntad fue deliciosa. Desde el punto de vista más subjetivo, el estilo entrecortado, moroso en las descripciones, de adjetivación muy trabajada, me iba encandilando. Lo percibía como una prosa con filones modernistas muy claros, sin ser lo que yo tenía en mi mente como una obra narrativa modernista, esto es, las Sonatas de Valle-Inclán. Nada que ver con eso, pero a la vez, se podía sentir cierta hermandad en el trabajo verbal. En cuanto a la historia, nada que ver con el siempre venerable en su ancianidad marqués de Bradomín, pues aquí estamos ante un señor joven, sin nada que ofrecer, excepto lo que ven sus ojos y sus oídos atienden. Como comenté en la microcrítica que publiqué en instagram, es "impresionista y fragmentario", con "descripciones y reflexiones llenas de pesimismo", "un estilo muy interesante y una estructura de carácter artístico donde se pasa de lo más amplio y externo a lo más concentrado e íntimo del protagonista". No puedo negarlo: las obras en las que el pesimismo y la melancolía prevalecen me atraen tanto que quizás por eso disfruté la novela de un modo intenso. El hecho de que al protagonista no le ocurra nada (alguna muerte cercana no supone apenas cambio en el protagonista, más allá de más reflexiones pesimistas) es otro detalle que me gustó. Quizás porque es la novela de la persona real, es quizás la menos ficticia de las novelas que he leído. Un personaje a la que no le ocurre nada, como a nosotros prácticamente, pero que además está afectado por una abulia desmesurada que provoca que su vida sea inmóvil y evite, así, que le ocurran cosas. Los pocos viajes que realiza son solo pretextos para la reflexión. Como dice Inman Fox en la introducción: "Queda constatado que [Antonio Azorín] es el personaje principal que da motivación, tema y unidad a la novela, pero es un personaje a quien no le pasa nada, a quien le falta una vida exterior, una "historia". Y a continuación sigue: "La experimentación es atrevida, y Martínez Ruiz, en busca de la nueva forma, se plantea problemas difíciles de novelística". Estos problemas son precisamente, cómo solventar el asunto, el llevar a cabo una novela sin "historia" y lo que hizo que la novela me resultara tan atractiva.
Sobre Antonio Azorín, cuya denominación "novela" ponía en duda cuando realicé la microcrítica pertinente en Instagram dije: "llena de contemplación y sensibilidad por un lado, cercano en eso al modernismo estético, y cercano al noventayochismo en su actitud más analítica y crítica de la profundidad castellana". Casi que con eso estaría todo comentado en este blog, pero aquí fue donde residió la confirmación total de lo que siempre había estudiado, pero no comprendido. Comprendido en el sentido de comprobado y asimilado racionalmente. Resulta que estaba experimentando en mis mientes que, efectivamente, seccionar la pléyade en modernistas y noventayochistas no se patentaba en la realidad. Estaba observando que el quizás fundador del 98 tenía una prosa modernista que nada tenía que envidiar a Darío. Efectivamente, no escribía sobre nenúfares y nelumbos, águilas reales y princesas en torres de marfil, hablaba del hastío y la hiperestesia de un enfermo de vida, en tierras murcianas, alicantinas y castellanas, pero de un modo que perfectamente podría haber utilizado para hablar de nenúfares y nelumbos. La discusión, por otro lado, de la trilogía, efectivamente ahora que lo ojeo, se debate en la introducción de Antonio Azorín, en la que Inman Fox nos argumenta que "Diario de un enfermo, La voluntad y Antonio Azorín son distintas versiones de la misma obra cuyas diferencias radican principalmente en la momentánea sensibilidad del autor, en que la influencia del paisaje (Madrid, Yecla, Monóvar) no tenía poco que ver, y en los problemas que cualquier artista tiene al decidir cómo debe escribir su novela". Como digo, es una introducción en que uno de cuyos puntos principales es esta argumentación. Pero creyendo que tiene razón o que puede tenerla, la lectura de estas obras se enriquecen y el disfrute en la miseria del protagonista se amplía por el regodeo en nuestra lectura. Eso sí, ya aviso que no cuenta lo mismo, sino que cuenta momentos sucesivos. Es decir, es la misma obra en cuanto a intención, no en cuanto a "historia".
Esta entrada iba a tratar sobre los conceptos de los que tratan estas obras: vida, voluntad, inteligencia. Cómo hay una cosmovisión intelectualizada del ser humano y se aplica en la novela. Sin ser novelas de tesis, son novelas que presentan una vida, una voluntad, consumida por el estancamiento, estancamiento que produce la ardiente vida intelectual y reflexiva que lleva, pero de la que parece arrepentirse; en su juventud y casi madurez plena hubiese preferido ser más vivo y menos intelectual, no haber dejado morir su voluntad a expensas de su mente. Es tan evocador que es imposible no empatizar con sus reflexiones. Sobre esto iba a hablar en esta entrada, pero no tomé notas y ha pasado tanto tiempo que requeriría una relectura que ahora no puedo permitirme. Así que sigamos con las obras.
A continuación leí Diario de un enfermo, novelita en forma de diario. La novelita en sí es interesante si se lee contextualizada dentro de la serie de Azorín. Ya está presente todos los ingredientes que aparecen en las otras dos novelas (y no olvidemos que la fecha de redacción propuesta es la de Antonio Azorín, es decir, se escribieron a la vez). Sin embargo, en esta ocasión quiero destacar la introducción de la novela en Cátedra, realizada por Montserrat Escartín Gual. Esta introducción es una introducción extensísima, dos tercios del libro lo ocupa dicha introducción. Se detiene sin escrúpulo en las decenas de aspectos estilísticos del autor, y ya no sólo en Diario..., sino en su producción literaria más general, así como también se demora en aspectos relacionados con la literatura modernista y la actitud noventayochista. Aquí terminé de comprender el modernismo de Azorín, ayudado por las citas, las reflexiones, la docencia teórica que se realiza en la introducción sobre estos aspectos: autobiografísmo, periodismo, prerrafaelismo y la enfermedad, egotismo, impresionismo... No sé cómo serán las demás ediciones de la obra en otras editoriales, pero aquí, sin duda, hay un crisol muy edificante.
Por último, adquirí una edición antigua de Confesiones..., en Austral. Sin más introducción que el prólogo del propio Azorín autor. Es una obra que como bien hemos indicado antes, se aleja de lo anterior, aunque siempre ha sido incluída en la trilogía. Aquí el autor y el narrador coinciden, parecen reflexiones de José Martínez Ruiz, evocando la infancia, en tono filosófico-poético. De hecho, la publicación del libro se hizo dentro de la serie verde, la de filosofía. Sin embargo, hay que tener en cuenta que aquí ya no se nos presenta Antonio Azorín personaje, como en las dos anteriores y ya no hay una identidad en intención del autor con respecto a las obras anteriores (y, a pesar de yo siempre rechazar la "intentional fallacy" de la nueva crítica, en este caso es útil para organizar la obra azoriniana).
Podemos encontrar en estas obras, un preaviso de la vanguardia de los años 20, con una atención al detalle, al objeto exterior. Sólo que aquí la descripción, en estilo, es modernista, mientras que en aquella era intelectual, depurada de los excesos morosos que en Azorín sí encontramos. Puedo decir, para terminar y como resumen, que con Azorín no sólo he disfrutado de leer, que no siempre ocurre, sino que además he aprendido nuevas perspectivas de la estética modernista y de la generación del 98. La lectura seguida de estas obras es muy recomendable.
Un aspecto importantísimo es la idea que de España se desprende de estas obras. La España reflejada aquí no era la España del romanticismo europeo, que veía a España una especie de Argelia medio civilizada, sino que en estos libros hay una España más oscura. La imagen más oscura de la España imaginada se ve aquí como algo tangible. Es esta España caciquil, llena de sueños estúpidos, como la de crear armas militares superpoderosas cuando en Castilla la gente casi moría de hambre. Una España que soñaba con tener la iglesia más grande y hermosa, pero no tenía dinero para mantenerse en pie. Es la España corrupta, mísera que la generación del 98 quiso denunciar y retratar en sus obras. Es la España que provoca el aislamiento social de estos intelectuales, aislamiento voluntario, marginación, que a alguno (Ganivet) le provoca el suicidio. Otros se refugian en la denuncia, en actitudes revolucionarias (socialismo y anarquismo), que les lleva a estudiar la verdadera naturaleza de España y los españoles. Es un movimiento intelectual que no se inventa ahora, sino que germina de un abono romántico anterior, pero también del naturalismo hispánico más truculento. Vemos también reflejos que se escapan de la generación del 98 y que afectan a autores como Pedro Barrantes, editado últimamente por Javier Gato en Cangrejo Pistolero, o el pintor Darío de Regoyos. La prédica anticonservadora, que no antitradicionalista, lleva estos autores a ensalzar su tierra, la tierra, pero a criticar sus habitantes, que no han sabido salir de la Edad Media decentemente.
Precisamente, una vez terminé con Azorín me dispuse a leer la obra que Darío de Regoyos tradujo de su amigo, el escritor holandés Verhaeren, en una visita a tierras hispánicas. En esta traducción libre, donde se nota la mano de Regoyos continuamente, recorre las escenas nocturnas y oscuras de España. Viajaban de día para poder ver mejor una vez llegasen, al anochecer, los lugares. Se mezclaban con gitanos trashumantes, buscaban la fiesta más popular, la callejuela más tortuosa en busca del detalle. De este modo, en esta obra, acompañada de cuadros e ilustraciones del mismo Regoyos, se recoge la España que aparece en las obras de Azorín, Baroja o, más tarde, en la época del esperpento de Valle-Inclán.
Tras leer estas obras me dispuse a leer las otras dos que me faltaban por leer de las cuatro publicadas en 1902. Quise empezar por la de Unamuno, un autor que he leído más que Baroja, y eso me llevó a la lectura de Amor y pedagogía, obra de la que quizás hable por aquí. Pero esa obra me llevó a las ejemplares y su prólogo, y esa a Vida de don Quijote y Sancho y a la redacción del artículo del que he hablado. A la vez empecé Largo Lamento de Salinas, tras leerlo empecé La poesía española entre pureza y revolución (1920-1936). Tanto el último de Unamuno como este, dedicado a un estudio de la estética vanguardista y postvanguardista están empezados. Sin embargo, Baroja sigue esperando su momento. He aquí la dificultad de elegir lectura cuando el interés es tan extenso como el horizonte de la vida y a la vez tan limitado, como el de la muerte.
Aprovecho para avisar que de todos los libros que leo hago microcrítica (a veces con más dedicación que otras) en instagram, así que podéis seguirme ahí; el usuario mío es: alaksandu_ruy.
Voy a comentaros, eso sí, por quitarme el gusanillo de Azorín, lo que leí y algo de lo que aprendí.
Cuando estás estudiando los apuntes de las oposiciones van apareciendo las obras de los autores y los apuntes, más mal que bien, te comenta brevemente dichas obras. Y aparecía La voluntad entre las de Azorín. Esta obra venía recogida como primera de una trilogía, la de Antonio Azorín. Me leí la novela y posteriormente (es costumbre que tengo) me leí la introducción. En ella se mencionaban dos cosas: por un lado, que junto con otras tres publicadas del mismo año, 1902, completaba la cuaterna de novelas más interesantes de la década por cuanto introducían un nuevo estilo en nuestras letras narrativas. Esas tres novelas eran Sonata de Otoño, de Valle-Inclán, Camino de perfección, de Baroja y Amor y Pedagogía, del susodicho autor vasco. Por otro lado, se decía que la trilogía de Azorín no era la que usualmente se había señalado, a saber, La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo, publicadas sucesivamente en 1902, 1903 y 1904, sino que más bien, Diario de un enfermo, de 1901, sustituía a Confesiones..., y la argumentación era sólida, aunque incompleta. Visto esto, el siguiente libro que me leí fue Antonio Azorín, (quizás fue en su introducción donde leí esto último), a continuación Diario de un enfermo, por último leí Confesiones.... Podríamos atrevernos a considerar que las cuatro obras conforman una tetralogía, algo que no he leído en ninguna de las introducciones, aunque un argumento en contra sería el que Inman Fox nos plantea en una de las notas a pie de página: "Desde el punto de vista de estructura -de obra de arte- tiene muy poco que ver con La voluntad y Antonio Azorín. Si dejamos a un lado el elemento autobiográfico, parece ser más bien el libro que abre el ciclo de las colecciones de estampas: Los pueblos (1905), España (1909) y Castilla (1912)".
La lectura de La voluntad fue deliciosa. Desde el punto de vista más subjetivo, el estilo entrecortado, moroso en las descripciones, de adjetivación muy trabajada, me iba encandilando. Lo percibía como una prosa con filones modernistas muy claros, sin ser lo que yo tenía en mi mente como una obra narrativa modernista, esto es, las Sonatas de Valle-Inclán. Nada que ver con eso, pero a la vez, se podía sentir cierta hermandad en el trabajo verbal. En cuanto a la historia, nada que ver con el siempre venerable en su ancianidad marqués de Bradomín, pues aquí estamos ante un señor joven, sin nada que ofrecer, excepto lo que ven sus ojos y sus oídos atienden. Como comenté en la microcrítica que publiqué en instagram, es "impresionista y fragmentario", con "descripciones y reflexiones llenas de pesimismo", "un estilo muy interesante y una estructura de carácter artístico donde se pasa de lo más amplio y externo a lo más concentrado e íntimo del protagonista". No puedo negarlo: las obras en las que el pesimismo y la melancolía prevalecen me atraen tanto que quizás por eso disfruté la novela de un modo intenso. El hecho de que al protagonista no le ocurra nada (alguna muerte cercana no supone apenas cambio en el protagonista, más allá de más reflexiones pesimistas) es otro detalle que me gustó. Quizás porque es la novela de la persona real, es quizás la menos ficticia de las novelas que he leído. Un personaje a la que no le ocurre nada, como a nosotros prácticamente, pero que además está afectado por una abulia desmesurada que provoca que su vida sea inmóvil y evite, así, que le ocurran cosas. Los pocos viajes que realiza son solo pretextos para la reflexión. Como dice Inman Fox en la introducción: "Queda constatado que [Antonio Azorín] es el personaje principal que da motivación, tema y unidad a la novela, pero es un personaje a quien no le pasa nada, a quien le falta una vida exterior, una "historia". Y a continuación sigue: "La experimentación es atrevida, y Martínez Ruiz, en busca de la nueva forma, se plantea problemas difíciles de novelística". Estos problemas son precisamente, cómo solventar el asunto, el llevar a cabo una novela sin "historia" y lo que hizo que la novela me resultara tan atractiva.
Sobre Antonio Azorín, cuya denominación "novela" ponía en duda cuando realicé la microcrítica pertinente en Instagram dije: "llena de contemplación y sensibilidad por un lado, cercano en eso al modernismo estético, y cercano al noventayochismo en su actitud más analítica y crítica de la profundidad castellana". Casi que con eso estaría todo comentado en este blog, pero aquí fue donde residió la confirmación total de lo que siempre había estudiado, pero no comprendido. Comprendido en el sentido de comprobado y asimilado racionalmente. Resulta que estaba experimentando en mis mientes que, efectivamente, seccionar la pléyade en modernistas y noventayochistas no se patentaba en la realidad. Estaba observando que el quizás fundador del 98 tenía una prosa modernista que nada tenía que envidiar a Darío. Efectivamente, no escribía sobre nenúfares y nelumbos, águilas reales y princesas en torres de marfil, hablaba del hastío y la hiperestesia de un enfermo de vida, en tierras murcianas, alicantinas y castellanas, pero de un modo que perfectamente podría haber utilizado para hablar de nenúfares y nelumbos. La discusión, por otro lado, de la trilogía, efectivamente ahora que lo ojeo, se debate en la introducción de Antonio Azorín, en la que Inman Fox nos argumenta que "Diario de un enfermo, La voluntad y Antonio Azorín son distintas versiones de la misma obra cuyas diferencias radican principalmente en la momentánea sensibilidad del autor, en que la influencia del paisaje (Madrid, Yecla, Monóvar) no tenía poco que ver, y en los problemas que cualquier artista tiene al decidir cómo debe escribir su novela". Como digo, es una introducción en que uno de cuyos puntos principales es esta argumentación. Pero creyendo que tiene razón o que puede tenerla, la lectura de estas obras se enriquecen y el disfrute en la miseria del protagonista se amplía por el regodeo en nuestra lectura. Eso sí, ya aviso que no cuenta lo mismo, sino que cuenta momentos sucesivos. Es decir, es la misma obra en cuanto a intención, no en cuanto a "historia".
Esta entrada iba a tratar sobre los conceptos de los que tratan estas obras: vida, voluntad, inteligencia. Cómo hay una cosmovisión intelectualizada del ser humano y se aplica en la novela. Sin ser novelas de tesis, son novelas que presentan una vida, una voluntad, consumida por el estancamiento, estancamiento que produce la ardiente vida intelectual y reflexiva que lleva, pero de la que parece arrepentirse; en su juventud y casi madurez plena hubiese preferido ser más vivo y menos intelectual, no haber dejado morir su voluntad a expensas de su mente. Es tan evocador que es imposible no empatizar con sus reflexiones. Sobre esto iba a hablar en esta entrada, pero no tomé notas y ha pasado tanto tiempo que requeriría una relectura que ahora no puedo permitirme. Así que sigamos con las obras.
A continuación leí Diario de un enfermo, novelita en forma de diario. La novelita en sí es interesante si se lee contextualizada dentro de la serie de Azorín. Ya está presente todos los ingredientes que aparecen en las otras dos novelas (y no olvidemos que la fecha de redacción propuesta es la de Antonio Azorín, es decir, se escribieron a la vez). Sin embargo, en esta ocasión quiero destacar la introducción de la novela en Cátedra, realizada por Montserrat Escartín Gual. Esta introducción es una introducción extensísima, dos tercios del libro lo ocupa dicha introducción. Se detiene sin escrúpulo en las decenas de aspectos estilísticos del autor, y ya no sólo en Diario..., sino en su producción literaria más general, así como también se demora en aspectos relacionados con la literatura modernista y la actitud noventayochista. Aquí terminé de comprender el modernismo de Azorín, ayudado por las citas, las reflexiones, la docencia teórica que se realiza en la introducción sobre estos aspectos: autobiografísmo, periodismo, prerrafaelismo y la enfermedad, egotismo, impresionismo... No sé cómo serán las demás ediciones de la obra en otras editoriales, pero aquí, sin duda, hay un crisol muy edificante.
Por último, adquirí una edición antigua de Confesiones..., en Austral. Sin más introducción que el prólogo del propio Azorín autor. Es una obra que como bien hemos indicado antes, se aleja de lo anterior, aunque siempre ha sido incluída en la trilogía. Aquí el autor y el narrador coinciden, parecen reflexiones de José Martínez Ruiz, evocando la infancia, en tono filosófico-poético. De hecho, la publicación del libro se hizo dentro de la serie verde, la de filosofía. Sin embargo, hay que tener en cuenta que aquí ya no se nos presenta Antonio Azorín personaje, como en las dos anteriores y ya no hay una identidad en intención del autor con respecto a las obras anteriores (y, a pesar de yo siempre rechazar la "intentional fallacy" de la nueva crítica, en este caso es útil para organizar la obra azoriniana).
Podemos encontrar en estas obras, un preaviso de la vanguardia de los años 20, con una atención al detalle, al objeto exterior. Sólo que aquí la descripción, en estilo, es modernista, mientras que en aquella era intelectual, depurada de los excesos morosos que en Azorín sí encontramos. Puedo decir, para terminar y como resumen, que con Azorín no sólo he disfrutado de leer, que no siempre ocurre, sino que además he aprendido nuevas perspectivas de la estética modernista y de la generación del 98. La lectura seguida de estas obras es muy recomendable.
Un aspecto importantísimo es la idea que de España se desprende de estas obras. La España reflejada aquí no era la España del romanticismo europeo, que veía a España una especie de Argelia medio civilizada, sino que en estos libros hay una España más oscura. La imagen más oscura de la España imaginada se ve aquí como algo tangible. Es esta España caciquil, llena de sueños estúpidos, como la de crear armas militares superpoderosas cuando en Castilla la gente casi moría de hambre. Una España que soñaba con tener la iglesia más grande y hermosa, pero no tenía dinero para mantenerse en pie. Es la España corrupta, mísera que la generación del 98 quiso denunciar y retratar en sus obras. Es la España que provoca el aislamiento social de estos intelectuales, aislamiento voluntario, marginación, que a alguno (Ganivet) le provoca el suicidio. Otros se refugian en la denuncia, en actitudes revolucionarias (socialismo y anarquismo), que les lleva a estudiar la verdadera naturaleza de España y los españoles. Es un movimiento intelectual que no se inventa ahora, sino que germina de un abono romántico anterior, pero también del naturalismo hispánico más truculento. Vemos también reflejos que se escapan de la generación del 98 y que afectan a autores como Pedro Barrantes, editado últimamente por Javier Gato en Cangrejo Pistolero, o el pintor Darío de Regoyos. La prédica anticonservadora, que no antitradicionalista, lleva estos autores a ensalzar su tierra, la tierra, pero a criticar sus habitantes, que no han sabido salir de la Edad Media decentemente.
Precisamente, una vez terminé con Azorín me dispuse a leer la obra que Darío de Regoyos tradujo de su amigo, el escritor holandés Verhaeren, en una visita a tierras hispánicas. En esta traducción libre, donde se nota la mano de Regoyos continuamente, recorre las escenas nocturnas y oscuras de España. Viajaban de día para poder ver mejor una vez llegasen, al anochecer, los lugares. Se mezclaban con gitanos trashumantes, buscaban la fiesta más popular, la callejuela más tortuosa en busca del detalle. De este modo, en esta obra, acompañada de cuadros e ilustraciones del mismo Regoyos, se recoge la España que aparece en las obras de Azorín, Baroja o, más tarde, en la época del esperpento de Valle-Inclán.
Tras leer estas obras me dispuse a leer las otras dos que me faltaban por leer de las cuatro publicadas en 1902. Quise empezar por la de Unamuno, un autor que he leído más que Baroja, y eso me llevó a la lectura de Amor y pedagogía, obra de la que quizás hable por aquí. Pero esa obra me llevó a las ejemplares y su prólogo, y esa a Vida de don Quijote y Sancho y a la redacción del artículo del que he hablado. A la vez empecé Largo Lamento de Salinas, tras leerlo empecé La poesía española entre pureza y revolución (1920-1936). Tanto el último de Unamuno como este, dedicado a un estudio de la estética vanguardista y postvanguardista están empezados. Sin embargo, Baroja sigue esperando su momento. He aquí la dificultad de elegir lectura cuando el interés es tan extenso como el horizonte de la vida y a la vez tan limitado, como el de la muerte.
Aprovecho para avisar que de todos los libros que leo hago microcrítica (a veces con más dedicación que otras) en instagram, así que podéis seguirme ahí; el usuario mío es: alaksandu_ruy.
jueves, 8 de junio de 2017
poema recitado de mi libro Estrella Polar
No es mi mejor interpretación. Pero quede aquí como ejemplo de mi presencia en el IV Encuentro Internacional de Poetas "Ciudad de Úbeda". De paso, también conocéis uno de mis poemas.
Un poema cósmico, sacrílego y divino a la vez. Pertenece a la parte titulada "Estrella Polar", de mi libro, del mismo nombre. Quien quiera adquirirlo puede hacerlo con un mensaje a mí o a través de la web de la editorial http://publicarunlibro10.es/producto/estrella-polar/
No dudéis en dejar un comentario con cualquier crítica o comentario.
Un poema cósmico, sacrílego y divino a la vez. Pertenece a la parte titulada "Estrella Polar", de mi libro, del mismo nombre. Quien quiera adquirirlo puede hacerlo con un mensaje a mí o a través de la web de la editorial http://publicarunlibro10.es/producto/estrella-polar/
No dudéis en dejar un comentario con cualquier crítica o comentario.
sábado, 27 de mayo de 2017
Er Prinzipito, qué es una lengua y Teresa Rodríguez
El último hallazgo ingenioso de la gran y alta cultura es reescribir con un sistema gráfico inventado por un señor en su casa una obra de la literatura refrendada como buena y canónica, pero eso sí, escribirla como suena cuando se lo cuenta al vecino mientras compran naranjas en la tienda.
Es decir, (os voy a resumir la teoría de Coseriu, para entendernos), por lengua se entiende dos conceptos: lengua igual a dialecto en el sentido de modo interindividual de hablar, es decir, un sistema de isoglosas REALIZABLE en el hablar mismo. Subrayo 'realizable' porque, en definitiva, lo que defino aquí es lengua como dialecto, como eso que tú y yo hacemos cada vez que abrimos la boca y no es para bostezar. Llamemos a esta definición como D1.
Es decir, (os voy a resumir la teoría de Coseriu, para entendernos), por lengua se entiende dos conceptos: lengua igual a dialecto en el sentido de modo interindividual de hablar, es decir, un sistema de isoglosas REALIZABLE en el hablar mismo. Subrayo 'realizable' porque, en definitiva, lo que defino aquí es lengua como dialecto, como eso que tú y yo hacemos cada vez que abrimos la boca y no es para bostezar. Llamemos a esta definición como D1.
lunes, 22 de mayo de 2017
inteligencias múltiples ¿verdad o mentira?
La película no es muy buena, pero esa actriz me encantó |
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/02/24/actualidad/1298502014_850215.htmlpero no me fío de copiar el contenido por una ley que hay, según la cual me pueden demandar por publicar contenido de algún medio perteneciente a una asociación a la cual el País pertenece. Pero, dicho esto, quiero comentar esta noticia.
Los que llevamos un par de años siendo obligados a aprender sobre pedagogía y otras dictadureces hemos visto ciertas teorías sobre lo que se conoce como inteligencias múltiples, según la cual, uno puede ser muy vivo para captar cómo tocar un instrumento y comprender de modo casi intuitivo la rueda de la harmonía (sí, yo siempre la escribiré con "h") mientras que puede ser un auténtico zoquete en la comprensión lectora. Yo siempre dije que esa teoría no me convencía, que para mí tocar bien un instrumento tiene más que ver con capacidades de otro tipo, más que con la inteligencia en sí. Que la inteligencia es algo más monolítico, o si no es una capacidad, es una cualidad al menos que se da en mayor o menor grado en las personas. Pero como una cualidad, no con partes.
Recientemente ha habido el estudio que he enlazado a ese artículo del ese periódico, en el que se está viendo mediante lo que sí es ciencia, un filón de investigación que está aclarando qué relación hay entre la inteligencia y el cerebro. Se ha visto que en cuanto al neocortex hay una relación directa entre su configuración y la inteligencia del sujeto, mientras que cuando se han analizado esas partes ficticias que componían las inteligencias múltiples, no ha habido resultados que podríamos decir estadísticamente significativos. Es decir, no hay dichas inteligencias, sino una inteligencia que se puede expresar según la educación recibida de un modo u otro en la persona.
Aún tengo esperanza de retomar mis estudios de matemáticas y física.
Inteligencias múltiples en wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_las_inteligencias_m%C3%BAltiples
sábado, 22 de abril de 2017
leer, escribir, hablar en la ESO. El papel de la asignatura de Lengua
Leyendo la legislación andaluza sobre la ESO con vistas a la preparación de las próximas oposiciones de 2018, he dado con enunciado que expresa algo ya incluido en legislación ya obsoleta, pero que aquí está de un modo conciso y muy claro. Tanto que deseo transmitiros alguna reflexión sobre el tema. El enunciado en cuestión dice:
Sin embargo, este punto es esclarecedor: todas las asignaturas son responsables de dicha obligación. Todas. Ya que son distintos los géneros o tipos textuales que se usan en las distintas asignaturas, de este modo es necesario que en cada una se enseñe a leer, escribir y expresar según sus contenidos específicos. Por ejemplo, los ejes cartesianos, fórmulas matemáticas, teorías de física, razonamientos lógicos... Son muchos los lenguajes específicos de cada ámbito del conocimiento que se nos presentan y con los que debemos saber lidiar y, por tanto, es cada asignatura la responsable de dichos textos y, en general, de la correcta expresión y comprensión.
Entonces, alguien se preguntará acerca del cometido de la asignatura de Lengua castellana y Literatura. Si obviamos la parte de Literatura, que es obvia, y castellana, que también lo es, aunque no sea exacta (española es la que encaja sin presión), nos queda la parte que entra en juego en la discusión: Lengua. ¿Qué se enseña en Lengua?
En lengua se enseña a reflexionar sobre ella y, para ello, contamos con el cometido especialísimo de la sintaxis y su análisis correcto y cuidado. Este es el instrumento para que el alumno entienda cómo funciona la lengua y, por tanto, cómo usarla. No os creáis que alumnos de bachillerato vayan a usar bien cuyo, en una conversación normal. Nos podemos encontrar las estructuras más inverosímiles para establecer relaciones posesivas que con un simple cuyo quedarían perfectamente expresadas. Además de este papel esencial de la sintaxis, en Lengua aprendemos el lugar que ocupa la lengua como sistema y el discurso como actuación de dicho sistema en un contexto. Esto nos llevaría a las variedades sociales e individuales, también a las tópicas, con lo que los alumnos aprenderán a respetar y a comprender el mundo en el que vivimos.
Seguramente en la asignatura de Lengua se aprenda muchas cosas más, pero este simple recorrido lógico nos lleva a comprender la importancia de lengua y cómo su función no es la de enseñar a escribir, sino que su papel es mucho más esencial y mucho más reflexivo, conducente a la formación de ciudadanos mejores. O al menos, ese es el sueño...
5. Las programaciones didácticas de las distintas materias de la Educación Secundaria Obligatoria incluirán actividades que estimulen el interés y el hábito de la lectura, la práctica de la expresión escrita y la capacidad de expresarse correctamente en público.Es, como puede observarse, el quinto punto de las "recomendaciones de metodología didáctica"; esto es, las recomendaciones de cómo debemos enseñar. Leyendo dicho punto no deja nunca de llamarnos la atención cómo, a lo largo de los años de estudiantes, consideramos y los profesores así mismo también parecían creerlo, que era la asignatura de Lengua castellana y Literatura la que tenía la exigencia ineludible de enseñar a leer, escribir y hablar correctamente, que es, en definitiva, a lo que se refiere el punto, más que a crear espléndidos lectores de literatura o escritores acendrados u oradores de multitudes, que es lo que parece implicar el punto. Todo es más sencillo: leer comprensivamente, escribir sin faltas y con coherencia y con cohesión y, por último, que la gente no tenga que preguntarte muchas veces qué quieres decir cuando intentas decir.
Sin embargo, este punto es esclarecedor: todas las asignaturas son responsables de dicha obligación. Todas. Ya que son distintos los géneros o tipos textuales que se usan en las distintas asignaturas, de este modo es necesario que en cada una se enseñe a leer, escribir y expresar según sus contenidos específicos. Por ejemplo, los ejes cartesianos, fórmulas matemáticas, teorías de física, razonamientos lógicos... Son muchos los lenguajes específicos de cada ámbito del conocimiento que se nos presentan y con los que debemos saber lidiar y, por tanto, es cada asignatura la responsable de dichos textos y, en general, de la correcta expresión y comprensión.
Entonces, alguien se preguntará acerca del cometido de la asignatura de Lengua castellana y Literatura. Si obviamos la parte de Literatura, que es obvia, y castellana, que también lo es, aunque no sea exacta (española es la que encaja sin presión), nos queda la parte que entra en juego en la discusión: Lengua. ¿Qué se enseña en Lengua?
En lengua se enseña a reflexionar sobre ella y, para ello, contamos con el cometido especialísimo de la sintaxis y su análisis correcto y cuidado. Este es el instrumento para que el alumno entienda cómo funciona la lengua y, por tanto, cómo usarla. No os creáis que alumnos de bachillerato vayan a usar bien cuyo, en una conversación normal. Nos podemos encontrar las estructuras más inverosímiles para establecer relaciones posesivas que con un simple cuyo quedarían perfectamente expresadas. Además de este papel esencial de la sintaxis, en Lengua aprendemos el lugar que ocupa la lengua como sistema y el discurso como actuación de dicho sistema en un contexto. Esto nos llevaría a las variedades sociales e individuales, también a las tópicas, con lo que los alumnos aprenderán a respetar y a comprender el mundo en el que vivimos.
Seguramente en la asignatura de Lengua se aprenda muchas cosas más, pero este simple recorrido lógico nos lleva a comprender la importancia de lengua y cómo su función no es la de enseñar a escribir, sino que su papel es mucho más esencial y mucho más reflexivo, conducente a la formación de ciudadanos mejores. O al menos, ese es el sueño...
miércoles, 12 de abril de 2017
estrella polar
Llevo bastante tiempo sin escribir. Sigo ocupado con Azorín, (Editado: y ahora Unamuno) que me tiene apasionado. Sin embargo, mientras me decido a publicar de nuevo sobre Azorín, os dejo una novedad literaria que me hace cierta ilusión, la de mi propia obra poética, publicada por la editorial Titanium. Aquellos que quieran un ejemplar podrán adquirirlo a través de vuestras librerías, de la editorial o de mí mismo.
Ya os contaré más adelante ideas sobre el libro o sobre poesía, aunque quienes hayan leído este blog más o menos continuamente podrá imaginar mis gustos. También avisaré por aquí cuando se confirme lugar de presentación del libro.
Ya os contaré más adelante ideas sobre el libro o sobre poesía, aunque quienes hayan leído este blog más o menos continuamente podrá imaginar mis gustos. También avisaré por aquí cuando se confirme lugar de presentación del libro.
viernes, 10 de febrero de 2017
de Azorín a la distopía mundial
Escribo esta entrada en el blog tras cortar abruptamente la lectura de La voluntad de Azorín. Y es que hay cosas que se escapan si no se aprehenden al momento. Resulta que en la lectura, que ha superado mis expectativas, he llegado al capítulo X de la segunda parte, cuando Azorín se encuentra viendo un álbum de retratos de personajes ilustres de unas décadas anteriores. En eso, se menciona a Rivero, del que se dice "con su colosal sombrero de copa y su levita ribeteada, el bastón en la mano y mirando de perfil con las cejas enarcadas". Imaginemos la imagen de este señor del que aún no sabemos nada, de porte tan orgulloso, en blanco y negro, un aspecto que ya debería parecer algo anticuada en 1902, fecha de publicación de la novela y fecha en que está situada la acción de la misma. Cuando he leído la nota nº. 125 al pie de la página (es una edición de E. Inman Fox, anotada, en Clásicos Castalia), para informarme sobre el tal Rivero, he leído lo siguiente: "Nicolás María Rivero (¿1814?-1878), orador y jurisconsulto español. Diputado y gobernador de Valladolid bajo Espartero, fue importante liberal, llegando a ser presidente de las Cortes Constituyentes de 1869-1870, y luego Ministro de la Gobernación". Y aquí surge la idea de redactar esta entrada.
"Fue importante liberal, llegando a ser presidente de las Cortes Constituyentes". Dejemos la fantasía distópica discurrir entre nuestras neuronas. Estamos en los orígenes del Régimen liberal en España, segunda generación de liberales, la cual vivió su implantación en nuestro solar. Esta generación liberal fue parte activa del mismo movimiento instaurador del régimen político y económico que aún impera en la mayor parte del globo. Al contemplar la figura de dicho orgulloso personaje, estoy contemplando un personaje secundario de la historia, del trasfondo de la fundación y desarrollo de una macrosociedad o macroestado, que ensalza a sus fundadores y que sigue existiendo aún doscientos años después de la imposición de la misma a través de guerras y asesinatos y luchas de poder.
Así, hay una sociedad gobernada por una élite, un grupo cerrado al que es casi imposible acceder y que casi nadie es consciente de su existencia. Una sociedad que cree vivir en igualdad, libertad y fraternidad, pero que, sin embargo, está regida por leyes, policías y un poder judicial manipulado por políticos en lucha constante de poder. Una sociedad donde la ley está por encima de la moral y de la ética. Donde esa misma ley es incapaz de llevar a cabo lo que el pueblo cree que fundamenta la misma ley, a saber: la igualdad, la libertad y la fraternidad. Un macrorrégimen que se ha blindado de tal modo que el pueblo cree vivir en igualdad, libertad y fraternidad, sin que, de hecho, sea así. Un régimen cerrado de tal modo que grupos minoritarios de la sociedad puedan protestar por cuestiones menores del mismo, pero que jamás podrán rebelarse contra el sistema mismo para implantar otro porque, entre otros instrumentos de control, el macrosistema hamanipula las conciencias insistiendo en que fuera de dicho sistema no hay ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad, aunque sea incapaz de ejercerla él mismo; directamente parece no interesarle, sólo hacer creer que sí existen tales principios.
Imposible escapar de un sistema que controla todo, hasta la mente de los ciudadanos, un sistema que en nuestro solar fue instaurado por señores como el de "colosal sombrero de copa y levita ribeteada, bastón en mano y mirando de perfil con las cejas enarcadas".
Volviendo a la realidad, hay que reconocer que llevamos viviendo doscientos años en un régimen que nos ha dado igualdad, libertad y fraternidad, que somos todos iguales ante la ley y no se cometen injusticias. Menos mal que hace doscientos años una serie de hombres y alguna mujer instauraron un régimen en el que el pueblo es el centro, eje y fin.
"Fue importante liberal, llegando a ser presidente de las Cortes Constituyentes". Dejemos la fantasía distópica discurrir entre nuestras neuronas. Estamos en los orígenes del Régimen liberal en España, segunda generación de liberales, la cual vivió su implantación en nuestro solar. Esta generación liberal fue parte activa del mismo movimiento instaurador del régimen político y económico que aún impera en la mayor parte del globo. Al contemplar la figura de dicho orgulloso personaje, estoy contemplando un personaje secundario de la historia, del trasfondo de la fundación y desarrollo de una macrosociedad o macroestado, que ensalza a sus fundadores y que sigue existiendo aún doscientos años después de la imposición de la misma a través de guerras y asesinatos y luchas de poder.
Así, hay una sociedad gobernada por una élite, un grupo cerrado al que es casi imposible acceder y que casi nadie es consciente de su existencia. Una sociedad que cree vivir en igualdad, libertad y fraternidad, pero que, sin embargo, está regida por leyes, policías y un poder judicial manipulado por políticos en lucha constante de poder. Una sociedad donde la ley está por encima de la moral y de la ética. Donde esa misma ley es incapaz de llevar a cabo lo que el pueblo cree que fundamenta la misma ley, a saber: la igualdad, la libertad y la fraternidad. Un macrorrégimen que se ha blindado de tal modo que el pueblo cree vivir en igualdad, libertad y fraternidad, sin que, de hecho, sea así. Un régimen cerrado de tal modo que grupos minoritarios de la sociedad puedan protestar por cuestiones menores del mismo, pero que jamás podrán rebelarse contra el sistema mismo para implantar otro porque, entre otros instrumentos de control, el macrosistema hamanipula las conciencias insistiendo en que fuera de dicho sistema no hay ni libertad, ni igualdad, ni fraternidad, aunque sea incapaz de ejercerla él mismo; directamente parece no interesarle, sólo hacer creer que sí existen tales principios.
Imposible escapar de un sistema que controla todo, hasta la mente de los ciudadanos, un sistema que en nuestro solar fue instaurado por señores como el de "colosal sombrero de copa y levita ribeteada, bastón en mano y mirando de perfil con las cejas enarcadas".
Volviendo a la realidad, hay que reconocer que llevamos viviendo doscientos años en un régimen que nos ha dado igualdad, libertad y fraternidad, que somos todos iguales ante la ley y no se cometen injusticias. Menos mal que hace doscientos años una serie de hombres y alguna mujer instauraron un régimen en el que el pueblo es el centro, eje y fin.
miércoles, 8 de febrero de 2017
vanidad de vanidades
Propterea, sicut per unum hominem peccatum in hunc mundum intrauit et per peccatum mors, et ita in omnes homines mors pertransiit, eo quod omnes peccauerunt...
A shackle of frailest copper, a summers hailstone too hard to conceal, perishableness advances, vanity of vanities
Endless oceans of lifeless prayers, justice has closed mercy's door, the skeleton rose to carry out his duty, to make his arrows drink with blood
Vanity of vanities, all is vanity
A shackle of frailest copper, vanity of vanities perishableness approaching, all is vanity
Within sin dwellest death, within sin dwellest death
A shackle of frailest copper, a summers hailstone too hard to conceal, perishableness advances, vanity of vanities
A wingless mosquito, jumping, around the light of inanition, a twinhung meagre with compulsion, vanity of vanities
Vanity of vanities; all is vanity. Vanity of vanities: all is vanity
Thou fair one behold these bones,
Thou learned one see these empty skulls,
Thou wealthy one consider this dust
Thou thrall see thee rest,
Thou king see thee destiny, thou thrall see thee rest
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