Todo este parón que está presentando el blog no es ni más ni menos que consecuencia de mi nueva vida laboral. Desde septiembre estoy trabajando de profesor de lengua y literatura en Chiclana de la Frontera, haciendo una sustitución que no sé cuánto durará.
La sesión es, sin duda, agridulce. Es dulce, dulcísima, porque por fin estoy ejerciendo de lo que más deseaba, en la instrucción de los jóvenes que como yo fui, estaban necesitados de alguien que alguna vez les echara una mano con la formación y su crecimiento personal a través de la cultura. Por fin estoy compartiendo de un modo reconocido por el Estado mis conocimientos y mis vivencias, aprovechando la mínima experiencia que traía para que los alumnos puedan aprender del modo más coherente y útil posible.
Pero también he dicho agria. Y es que la experiencia tiene mucho de agrio cuando ves que tu empeño en que aquellos que menos trabajan lo hagan más, se va al garete (o lugares más escatológicos). Cuando no eres nadie en el aula, solo un tipo que va a complicarles la vida a los alumnos y no te ven, por el contrario, en aquella persona que dedica su tiempo al bien común, que es el bien de cada uno de ellos y de todos en común. Cuando todo el trabajo no tiene los resultados que esperabas.
Esto tiene una consecuencia nada halagüeña. Sigo estudiando oposiciones, y todo el tiempo que debería haber aprovechado para estudiar se ha ido en preparación de clases. Al final la decisión ha sido que para el resto del curso me voy a dedicar más a mi futuro que al de mis alumnos. Ya tendré tiempo, cuando tenga mi plaza, de prepararme clases decentes.
Entre otros hechos que quiero destacar estaría el de el cambio en la programación didáctica de Literatura Universal, en el que he hecho una modificación, dando teoría y práctica de poesía japonesa (haikus) e islandesa medieval, con lectura de la Edda Menor. Además de dar lo típico. Creía necesario enseñar a mis alumnos algo que controlo mejor que los temas académicamente instaurados y que además podría tener éxito, al ser algo poco conocido en los adolescentes (sobre todo la literatura islandesa). Aun no sé si he conseguido captar la atención de los alumnos con estos temas.
En cuarto de ESO también he tenido algunas satisfacciones en cuanto al temario. He querido dar los tipos de texto a mi manera, sin atender lo que el libro quiere enseñar, unos contenidos sin pie ni cabeza y espero que los alumnos lo hayan captado.
En definitiva creo haberme ratificado precisamente en eso, en que los libros de texto de la ESO son nefastos. Pero por cuestiones personales, no me queda más remedio que utilizarlos con intensidad en el segundo trimestre.
Un blog de crítica literaria, donde se intenta estudiar cuestiones concretas de diversas obras, de modo que se aleja de la típica crítica de periódico. También hay artículos de didáctica, música, lingüística... siempre con profesionalidad y seriedad, y desde mi punto de vista cuando es necesario.
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