No me lo he leído, pero por lo que Bertrand Russell nos transmite de él, parece que produce mucha risa y vergüenza ajena |
Con este ejemplo espero haber ilustrado un problema capital del libro y una solución no muy fácil. Pero creo que se puede entender por dónde van mis tiros. Partir del libro supondría perder mucho tiempo reordenando y explicando al alumno. Por lo que es mejor partir en clase de una información previamente mejor seleccionada y ordenada (no digo ni siquiera bien ordenada, pues seguro que se puede mejorar, pero es que no tengo dudas de que mi ordenación y selección de información mejora la del libro). ¿Qué objetivos persigo? Que el alumno perciba la relación esencial entre conceptos mínimos, pero imprescindibles. Esto es, no quiero dar mucha información, quiero dar poca, pero que esté bien relacionada entre sí, para que mis alumnos entiendan la relación entre un pensamiento y una obra artística. Y aquí está, por fin, mi principio ordenador.
En primer lugar, se da una forma de pensar por oposición a la anterior, ya sea como abierto enfrentamiento, ya sea como evolución rebelde. Esta forma novedosa de pensar, promovida por unos pocos <<pensadores>>, promueve entre cierta élite cultural unas ideas que influyen en la percepción estética de la realidad y acaba traduciéndose en sus obras. Esta es la conclusión a la que he llegado de un modo nada original. Pero sin duda, ningún profesor me ha inculcado directamente estas ideas. Por desgracia. Espero solucionar esto con mis alumnos. El caso es que esto yo lo traduzco en clase mostrando a mis alumnos qué ideas fuerza influyen en esa élite cultural que acaba influyendo en las obras artísticas, especialmente, por ser nuestra materia, en la literatura. Una vez que vemos algún filósofo o corriente de pensamiento, con alguna obra y sus ideas fuerza, pasamos a los frutos de dicho pensamiento. Por poner un ejemplo del tema del siglo XVIII, la fábula, o la comedia urbana sólo se explican por el interés didáctico de cierta élite intelectual con respecto al pueblo inculto; y este interés se explica por las ideas ilustradas de buen gobierno, de buen gusto, de educar al pueblo, incluso a los menos favorecidos por la fortuna (Jovellanos lo defiende). Hay un pensamiento que se ve reflejado en temas y en géneros literarios. ¿Pero para qué quiero que mi alumno se aprenda cuatro autores y dos obras de cada uno? La finalidad de "cultura general" podría aceptarla, pero es una fantasía. No creo que mis alumnos, si me quedara en eso, el curso que viene recuerden quién era Cadalso. A mí, lo que me interesa, es que entiendan que la literatura de cada momento tiene un sentido, unas motivaciones y que viene impulsada por lo que una élite intelectual y más o menos influyente promueve. Esta es mi idea de dar clase de literatura, y así la aplico.
Con respecto al Romanticismo, y no veo el momento de empezar con él, debo decir que en el momento de preparar la presentación de diapositivas que utilizo para apoyar mi exposición oral (jamás la plagio en la presentación) en el tema del siglo XVIII, aproveché y preparé la del Romanticismo. Pero quedó así, sin terminar, medio moribundo. Sin la fuerza vital de una exposición contundente y casi sin réplica, ni sin vida, que no pueda valer para comenzar una comunicación. Pero, sin duda, no puede quedar así. Por tanto, hoy, como primer día de preparación con vistas a la exposición de dentro de 3 días escasos, quería repasarme el pensamiento que influye en la temática (en el espíritu) romántica. Para ello, por eso del confinamiento, no puedo más que usar algunos libros, que son los siguientes:
-Historia de la literatura española, de José García López. No es este el momento de comentar nada sobre este libro, pero sí quiero dejar claro que, contra lo que la única crítica que he llegado a encontrar sobre él dice, este libro me parece infinitametne mejor que cualquier cosa que se venda a los institutos para ser usados en Bachillerato. Y tengo la intuición que era para cursos más bien bajos.
-Las épocas de la literatura española, de Felipe B. Pedraza Jiménez y Milagros Rodríguez Cáceres. Como guía rápida está bien. Es un libro apropiado para serlo de referencia en Bachillerato, pero gracias a Dios, con el paso del tiempo, voy viendo carencias, o más bien, simplificaciones propias al formato y al objetivo que persigue. Pero como digo, no deja de ser una guía que merece la pena tenerse de no poder consultar el manual propio de estos autores.
-Historia de la filosofía, de Bertrand Russell. No entiendo el título cuando en inglés es: de la filosofía occidental. Pero bueno. Así viene en la portada. Aunque tengo otros manuales de filosofía, están en pdf, y por comodidad hoy he tirado de este, que está en papel, y que puede ayudarme a comprobar las relaciones entre lo que aparece en los manuales de literatura y lo que Russell nos cuenta, a pesar del tiempo que hace que nos lo contó.
Bueno, no es gran cosa, pero en estas obras hoy he empezado (y en vez de escribir estas entradas debería haber seguido) a rebuscar esas relaciones que más o menos tengo claras entre ideología y literatura, y, lo que me parece de una importancia capital, qué pervive del racionalismo, del enciclopedismo durante los años del Romanticismo. Necesito tener claro algunas relaciones para poder mostrar a mis alumnos por qué nace el costumbrismo, o por qué, Larra no lo considero un escritor romántico, aunque su actitud vital pueda serlo. Y sobre todo, necesito dejarles claro que entender la literatura, no es conocer autores y sus obras, sino que vean que la percepción que en un momento dado se tiene de la realidad, como la que ellos tienen ahora, tienen un origen, una genealogía, y tiene unas consecuencias, también artísticas, y que si van a leer a Espronceda, más rica será la lectura, más jugo le sacarán al texto, cuanto más y mejor entiendan aquello que le daba vida. De ese modo, se cerrará el círculo y la obra tendrá vida propia.
En la próxima entrada iremos viendo qué cosas en concreto voy relacionando.
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