fuente: wikipedia |
El autor es E. T. A. Hoffmann, el título que le han puesto al libro es: El hombre de arena y otros relatos. Incluye cuatro relatos. "El hombre de arena", "Vampirismo", "Bárbara Roloffin", "Historias de fantasmas". Es una selección heterogénea en cuanto al ser fantástico del que trata. Los dos primeros relatos son más extensos, especialmente el primero, lo que llevará a análisis más largos que los dos últimos. Nuestro interés principal a la hora de los análisis de estos textos reside en comprobar el componente gótico de estas obras, consideradas como tal. Sin embargo, la ausencia de textos teóricos serios (que hayamos comprobado al menos) sobre qué sea o no la literatura gótica nos lleva a analizar estas obras en busca de llegar a conclusiones válidas. Pinchando en la etiqueta "gótico" podréis ver los libros analizados hasta ahora desde esta óptica.
En primer lugar, recordemos los elementos a los que concluimos como necesarios de un cuento gótico y que ya recopilé en mi comentario a El italiano:
Para que una novela sea gótica, consideramos que tiene que tener una historia en el que el elemento infernal esté presente de algún modo significativo, es decir, que sea una característica sin la cual la historia no funcione. Y, por otro lado, se considera una cierta estética como propia de lo gótico, con elementos fantasmales, oscuridad, ruinas, etc. que, además, están relacionadas con lo infernal, es decir, no son un mero adorno. También, creemos que los personajes deben estar construidos según la nueva forma prerromántica de construcción de personajes, cuyas características serán ajenas a su clase social o posición social, sino que cada personajes estará definido por unas características propias psicológicas y morales. Por último, el que los sentimientos estén situados en la narración en un plano superior, siendo necesarios para el desarrollo de la historia y como característica necesaria de los personajes frente al puro raciocinio podría ser la última característica necesaria en una narración gótica. Se pueden encontrar otras características si buscamos en internet, pero no son compartidas por todas las novelas.
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En cuanto al elemento infernal, término que utilicé en las entradas anteriores sobre el género gótico para referirme a lo sobrenatural, fantástico, pero de corte negativo: apariciones, magia, pactos con el diablo, espectros, etc., podemos considerar que aquí aparece, aunque no tenga, en principio, un carácter cristiano-satánico. La hechicería, más bien cierta alquimia, oscura y maligna, rodea a la historia, es el detonante de la historia y a la vez el motor que mueve el desarrollo del argumento.
La aparición de una autómata, es decir, de un robot, no se puede considerar como elemento infernal, elemento gótico, sino que es pertenece a lo fantástico sin más. Sería interesante estudiar la aparición de robots-autómatas en la literatura decimonónica y anterior para comprobar cómo se desarrolla este tipo de motivo-personaje. Sin embargo, sí consideramos el elemento infernal en su construcción, en la que participa en algo el hombre de arena y su alquimia.
Este ser tiene cierta manía entorno a un motivo central, los ojos. Paremos un segundo a analizar esto. Por un lado, la leyenda para asustar a los niños incluye a un ser que te quita los ojos. La madre del protagonista le dice que es sólo un cuento para asustar, una alegoría incluso. Pero la vieja criada se lo cuenta como algo verdadero (me acuerdo ahora de la vieja Tata de Juego de Tronos). Cuando el hombre de arena resulta ser más real de lo pretendido tiene una obsesión con los ojos. Esta obsesión se transporta al protagonista, que desde su primer enfrentamiento con el hombre de arena se siente distinto. Hacia el final del relato son unos ojos ensangrentados los que le vuelven loco. Un poco más adelante, restituido, en una visita a un torreón, busca para ver el paisaje unos prismáticos adquiridos a un misterioso personaje, que imaginaréis quién es, y al ponérselos ve a Clara, su amada, a través de ellos, a quien los ojos les chispeaban, y la locura se apodera de él. Así llega el final trágico. La cosa no es sólo los ojos de Clara, también los propios prismáticos, ojos falsos que sirve de catalizador de la magia negra del hombre de arena.
En cuanto a la estética, a diferencia de las novelas góticas, no tenemos escenarios del pasado, ni ocurre la historia en España o Italia, en conventos ni cabañas ensangrentadas, en mitad de bosques nocturnos. Sin embargo, sí hay cierto ambiente cerrado, como es la habitación del protagonista, o la casa donde se encuentra con la autómata. No es suficiente este detalle para considerarla gótica.
En cuanto a la composición de los personajes, éstos son ya de construcción moderna. Tenemos personajes que tienen personalidad propia al margen de su clase social, estudios, etc. El conflicto de cada uno es propio de sus circunstancias. Así, el protagonista sucumbe ante la crisis de su infancia y desde entonces es propenso a la monomanía, afección que le invade tanto de pequeño como de mayor, en el que una idea se le introduce en la mente y se obsesiona con ella. Esto acerca el relato a los cuentos de terror posteriores, en los que se justifica lo sobrenatural de un modo científico, médico, etc. Especialmente se acerca a los cuentos de Maupassant, si bien es cierto que hay una diferencia grande: en Maupassant no hay nada más allá de los problemas psicológicos del personajes, aquí sí es real el hecho sobrenatural. Aún no es el periodo naturalista, pero el relato de terror ya tiene elementos científicos que lo convierten en moderno.
Una de esas monomanías se hace visible en el período adulto del protagonista a través de su relación con las mujeres. Aquí no son exactamente las pasiones exacerbadas de amor las que dirigen la acción del protagonista. Más bien, son esos problemas que hace que se centre en un sentimiento o en una idea de un modo obsesivo. Por ese motivo, no es una muestra clásica de goticismo, es un paso adelante, introduciendo la locura, o crisis de locura, como elemento perturbador, creador de tensión y terror.
En definitiva, sí metería este relato como un relato gótico, hay elementos suficientes, de oscuridad, la presencia del elemento infernal, la estética, actualizada, heterodoxa con respecto a la novela típica, no se opone a lo más esencial de lo gótico, que sería el lugar cerrado en el que ocurren cosas inexplicables desde la razón. El sentimiento, aquí con su dosis de locura, sería el último recurso que convertiría esta novela en un exponente más moderno que las novelas del siglo XVIII góticas.
Debemos tener en cuenta también que no sólo no es una novela, es un relato, sino que además, es una obra alemana que tendrá su propia tradición y su propia intertextualidad que aún no conocemos y que sin duda nos explicarían esos elementos de locura o la presencia de autómatas, que hacen de esta obra especial, moderna, un paso adelante en el género.
El hecho de ser un relato explicaría que la trama sea sencilla. No sea compleja, como lo analizado aquí hasta ahora: una historia de amor con una complicación que les impide estar juntos y todo lo que en torno a esta historia ocurre. Algo de eso hay, pero al ser un relato, la elección del "fijamiento" en el conflicto personal de uno de los dos amantes es acertada, ya que permite que en pocas páginas podamos tener un relato de terror gótico propio. Algo así ocurre en el Castillo de Otranto, donde la estética lo es todo, por encima de la historia. No obstante es una novela breve.
El siguiente relato, "Vampirismo", (ojo con el enlace, no estoy de acuerdo con su comentario previo, la literatura gótica es anterior a lo que pretende) publicado en 1921 en la colección Los hermanos de San Serapión, trata el tema que su título indica, pero con un detalles que algunos no se lo esperarán. Aquí el vampiro es mujer. Es, creemos, un precedente claro de Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu. No tenemos constancia de que haya otras vampiras anteriores a esta de Hoffmann, y si alguien las conoce, que nos deje un comentario porque resulta muy interesante este hecho.
La colección en la que se presenta este relato está creado al estilo del Decamerón (creemos), puesto que hay un primer nivel diegético en el que unos amigos o algo así se reúnen dispuestos a contarse historias de terror. Uno de ellos es éste.
Trata de una pareja que se encuentra, tras una visita que ella y su madre realizan al protagonista. Todo comenzará desde el interés matrimonial de él, por amor, y a los hechos extrañadores, avisadores, que aparecen: la advertencia contra estas mujeres de un tío, la actitud negativa del padre del protagonista hacia ellas, de los dichos de los criados sobre la madre de la prometida, según los cuales vagaba por la noche hacia el cementerio.
Con respecto a su carácter gótico, debemos partir del elemento infernal. En este caso es evidente que ante la presencia del vampirismo no debemos más que aceptar que está presente esta primera característica. Lo fantástico aquí no es sólo sobrenatural, sino que lo es además de un modo negativo, buscando el terror en la mente del lector con todo el misterio que rodea a la pareja de mujeres. A parte de la ambientación que rodea a estas mujeres, y que veremos más adelante, hay un hecho que introduce en primer lugar este elemento infernal. Aurelia relata la historia de su madre y de ella, a lo largo de la cual relata algo que puede pasar desapercibido, pero que tras la lectura toma significado: el amante de la baronesa le pega una paliza a la propia baronesa al grito de "espera, maldito diablo, bruja del infierno, te haré tragar tu banquete de bodas". Sin saber a qué se refiere exactamente, tenemos aquí una acusación que deja mucho a la imaginación. Poco después reciben una carta en la noche, tras cuya lectura exclama alegre a su hija que ni ella quiere que le alcance la maldición que "el malvado espíritu" le ha echado, sin saber cuál es ese espíritu, ¿el amante de la paliza? ¿El demonio? También aparece referida la confesión del criminal, que acusa a la baronesa de "hechos muy singulares", pero que no se especifican, como tampoco se especifican las cosas depravadas que la niña había pillado a su madre y al criminal haciendo. Cuando deciden marchar de la corte, en busca de tranquilidad, y paran en el palacio del conde, y se prometen, la baronesa amenaza con vengarse de ella cuando esté en su máxima felicidad, si muere repentinamente, y termina su intervención: "En el crispamiento que me costó tu parto, la astucia de Satán..." (¿Tendrá que ver con la maldición anunciada antes?). Tras la muerte de la madre, de forma repentina, es la hija la que empieza a sufrir trastornos psicosomáticos, una tortura interna que le provoca un dolor que cierto médico achaca al embarazo. Aquí aparece otro detalle que cobra todo su sentido tras la lectura final, y es el interés que siente ella cuando escucha hablar al médico sobrelos antojos de las embarazadas, antojos que deben cumplir, y llega a relatar casos curiosos de antojos relacionados con sangre... Desde ese momento, la chica se ve más calmada, aunque más pálida, incluso, deja de comer sin perder salud... Como vemos, en este relato el elemento infernal aparece como por cuentagotas, más sutil que en las novelas analizadas hasta ahora en este blog; aparecen en forma de hechos que cobran sentido en el final del relato, pero que durante su lectura sabemos que es una presencia real, que está presente, pero en ningún caso se hace explícita el quién, el cómo, el cuándo, sólo su presencia.
Aquí se une el siguiente elemento del goticismo, pues la estética en este relato es propia de este género. Por un lado, la ambientación se retrotrae varios siglos en el tiempo. siendo los protagonistas nobles. Por otro lado, el ambiente oscuro del relato se produce en dos direcciones: por un lado, el escenario más aterrador, que aparece referido o directamente a lo largo del relato: el cementerio. Por otro lado, la sensación que intenta transmitir el mismo título del relato se ve apoyado por la presencia del frío en el contacto físico del protagonista con la baronesa, al darle la mano, momento en que sufre la baronesa un ataque que la hace parecer un cadáver. El aspecto pálido, demacrado tanto de la baronesa como de su hija refuerzan esta sensación. Este frío real o simbólico es el elemento sensual que, junto con la ambientación oscura del final, produce el carácter gótico.
Hay que añadir la doble lectura, la recta y la desconfiada de la respuesta de Aurelia ante esta petición de casarse tras la muerte de la baronesa "-¡Sí, sí, por todos los santos, por mi salvación!" Que nos lleva a pensar sobre qué quiere decir con esto de salvación. Es otro elemento creador de ambientación, de extrañamiento, que provoca la incomodidad del lector antes un hecho previsible, pero fuera de lo común.
En cuanto al sentimentalismo exacerbado o patetismo, propio del prerromanticismo, y por tanto de la literatura gótica, tenemos un momento nuclear del relato en el que éste se hace patente. El momento en el que el protagonista pide a Aurelia que se casen, tras el aplazamiento de la boda por la muerte de la madre, está lleno de patetismo, desconsuelo incluso. Esta actitud que ya vimos en las novelas inglesas góticas del siglo XVIII permiten, definitivamente, introducir a este relato dentro de esta literatura.
En cuanto a la construcción de personajes, como ocurría en el anterior relato, hay personajes redondos, con sus motivaciones y sus formas de ser producto de la experiencia. Un detalle interesante estaría en la actitud del protagonista, cuando le pide a su prometida que frente a lo correcto (el luto por la madre de ella) deben hacer lo conveniente (casarse), detalle que nos lleva a comprobar la actitud no decorosa, contraria a las convenciones sociales, sino sentimental e individual. Detalle de la modernidad del relato en su momento.
Podemos decir que son estas características las que hacen gótico al relato a pesar de que, como ocurre con "El hombre de arena", lo limitado de la extensión no permite una composición compleja en cuanto a trama que permita producir el mismo efecto que una novela.
El siguiente relato bastante más breve, es "Bárbara Roloffin". Quizás publicada en el mismo libro que el anterior relato. Trata de un extranjero que llega a Berlín. Pronto se hace querer. Llama la atención por su gran estatura, su elegancia, su simpatía, su actitud alegre, jovial, dispuesto a bailar y participar de otras actividades sociales, y, además, sin ningún tipo de querencia por el poder. El conflico surge cuando hace que la partera Bárbara Roloffin, tras discutir con ella en una lengua extraña, no pueda asistir al parto al que iba a asistir por acusarla ante la familia que iba a tener al hijo; finalmente, la criatura que nace no es un bebe, sino una especie de monstruo. Esto provoca su desenmascaramiento como bruja, la cual acusa a su vez, en la pira donde está siendo quemada, al extranjero de ser el mismo Satán. Resulta ser cierto.
La presencia explícita del elemento infernal, descubierto al final del relato, la situación de la historia en el pasado, aunque aquí no parezca del todo significativo, más allá de alejar los hechos fantásticos del presente, y poco más nos lleva a situar esta obra en la literatura gótica, aunque sin duda es de terror. Por otro lado, teniendo en cuenta la extensión tan breve y la caracterización del mal podríamos considerar que sí lo es, a su modo, más como un paso adelante en este género, en el que Satán ya no es una aparición oscura, o su poder, sino que es un ser más bien positivo de cara al pueblo ignorante de su identidad. Esto, no obstante, nos recuerda a la presencia de Satán en El Monje.
Hasta ahora hemos visto tanto a seres propios de los cuentos de viejas, el vampiro, la bruja y por último toca el fantasma. El último ser que aparece en esta colección es el relato "historias de fantasmas". Esta vez sí pertenece el relato a la colección de los Hermanos de San Serapión.
El tema principal es la confrontación de la creencia con la ciencia. La protagonsita sufre visiones de fantasmas que el médico cree que es una "idea fija", curable con el engaño psicológico y el autoconvencimiento. Pero no funcionan estos métodos. Al final, la protagonista es capaz de demostrar la existencia de este fantasma, liberando de toda su tensión al ambiente familiar, pero con catastróficas consecuencias.
De nuevo tenemos aquí un elemento sobrenatural, pero lejos de considerarlo infernal, está más cerca de lo lovecraftiano posterior. La locura es la consecuencia a una situación de tensión provocada por lo extraño, por el misterio.
Podríamos concluir que si bien Hoffman no es un autor que todo lo que escriba sea gótico, sí utiliza este género en algunas de sus obras, siendo otras obras de terror.
Hasta aquí la recensión crítica de este librito. Dejamos, para no alargar más este artículo, el estudio de su relación con su momento y otras cuestiones formales para otra entrada.
Hemos consultado:
http://lecturaenbergondo.blogspot.com.es/2011/09/barbara-roloffin-de-eta-hoffmann.html
https://de.wikipedia.org/wiki/E._T._A._Hoffmann#Werke
http://elespejogotico.blogspot.com.es/2014/01/la-leyenda-del-hombre-de-arena.html
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