Tal es lo que os voy a mostrar hoy, un enlace. Dirige a un blog centrado en la Historia de la lengua española, con curiosidades, reflexiones, fotografías, reseñas, etc. Está administrado por la profesora de Historia de la Lengua de la Universidad de Sevilla Lola Pons. En él, lo último que se ha publicado ha sido una entrevista a José Manuel Blecua, director de la Real Academia. Las preguntas fueron propuestas por los lectores de dicho blog, cuya administradora presentó a su destinatario; ahora se puede leer la entrevista y comentarla en aquel blog tanto como en este, donde me permito copiar la entrevista para sus pocos lectores. Entre las preguntas hay una propuesta por mí, aunque no es la más interesante como comprobaréis, aunque saco una reflexión de la respuesta de Blecua: algo anda mal cuando muchos profesores jóvenes (que no todos, salvo, por ejemplo, a la misma Lola Pons) hacen fría a algo que no lo es por su propia naturaleza...
La primera edición del Diccionario de Autoridades poco tiene que ver con la lexicografía actual. Teniendo en cuenta la comodidad y gratuidad que para el usuario supone la presencia en la red de estas obras, y teniendo presente además que un diccionario siempre es una obra en continua elaboración, ¿Qué futuro le augura usted a todos los diccionarios académicos en su edición impresa? [Pregunta de Antonio Pedrote] Mi querido Antonio: Este es uno de los problemas que tenemos planteados en este momento. Los sistemas informáticos actuales, y más los del futuro, van a acercar casi inmediatamente el texto de las obras lexicográficas académicas a los usuarios. Desde la edición pasada se han hecho cinco cargas de artículos enmendados, la última hace muy poco. Hay instituciones, como las grandes bibliotecas, que siempre adquieren las ediciones impresas. El problema sigue siendo el gasto enorme que supone la renovación de las obras y el descenso o la ausencia de ingresos.
¿Para cuándo la reforma simplificadora de la ortografía española? Como profesor de Lengua, me he pasado media vida profesional tratando de que los niños aprendieran modos de escribir injustificados (para ellos y para la mayoría de los usuarios), sin conseguir gran cosa. Sé que una ortografía totalmente fonética no es posible; pero, sin llegar a ese extremo, algo se podría hacer. Los niños y sus maestros lo agradeceríamos bastante [Pregunta de JARamos]. Piense usted en la complejidad de las realizaciones fonéticas en una lengua como la española en la que la variación de las realizaciones es inmensa. Desde el maestro Correas se está intentando crear soluciones que intentan cumplir el deseo que usted manifiesta. Hace muchos años fui profesor de niños (desde los diez años) y no recuerdo con terror lo de los modos de escribir injustificados que usted cita. ¿Podría darnos algún ejemplo? ¿Tal vez el seseo?
¿Cómo va la publicación de títulos de la Biblioteca Clásica de la RAE? Dado que, al menos en parte, aspiran a convertirse en las ediciones de referencia de los clásicos, ¿siguen las obras unos criterios de fijación del texto y de edición comunes, o se deja a elección del estudioso al que se ha encargado el trabajo [Pregunta de Manuel P]. La edición de las obras de la Biblioteca Clásica depende de los criterios que fijó en su día su director, el profesor Francisco Rico. La semana pasada firmó el Presidente de La Caixa el convenio que garantiza la continuidad de la colección en los próximos años.
¿Se arrepiente de alguna decisión tomada por la RAE desde que ostenta su cargo? [Pregunta de Diego]. Las decisiones de la RAE son siempre colegiadas; todos los Departamentos de trabajo tienen un académico como director responsable, todas las decisiones se toman en la Junta de Gobierno, con votaciones en caso de discusión, y se elevan al Pleno. Como es lógico, el Director es el último responsable de las decisiones académicas. En estos momentos, no recuerdo de alguna decisión que me pese…
La lengua hoy
Sin llegar al pesimismo del desaparecido Tony Judt cuando afirma que “ciertos canales de comunicación son los motores de la no-lengua”, me surge una pregunta: ¿cabe el riesgo, a su juicio, de que la excesiva economía gráfica y la inmediatez comunicativa que exigen algunas redes sociales acaben por extender un sistema de escritura semejante a una taquigrafía sin norma alguna? [Pregunta de Antonio Pedrote] El otro día leía yo las observaciones lingüísticas que nacieron cuando se popularizó el uso de los telegramas. Es curiosa la coincidencia entre ambas situaciones y la honda preocupación que se extendió entonces entre los hablantes cultos. Como se ha podido comprobar hasta la saciedad el estilo telegráfico no influyó para nada en el uso de la lengua española.
¿Qué opina usted de trascendencia de la palabra escrita? ¿Hasta qué punto le han marcado a usted los libros que ha leído y cuáles son los autores que más le han influido? ¿Cómo cree que puede beneficiarse la literatura de las nuevas tecnologías, existe un límite para esta "colaboración"? [Pregunta de Paloma Martín]. ¡Menuda pregunta! Es todo un curso monográfico sólo para contestar a la primera parte. Creo mucho, casi todo, en la palabra escrita, salvo como es natural en los aspectos de la creación literaria tradicional (la lírica, la épica, el cuento…). También es verdad que en una época de mi vida me interesó mucho el análisis de la conversación y su relación con la lengua literaria. Yo solía decir a mis alumnos que el libro que más me había influido es la obra del Padre Ong sobre la tecnología de la palabra, libro que tiene un poco más de un centenar de páginas y que es fundamental para entender la importancia de la dicotomía entre la oralidad y la escritura y cuya lectura recomiendo a cualquier persona culta. La escritura es el camino del conocimiento y también de la libertad de pensamiento frente a aquellos que en una sociedad oral poseen la memoria. Recomiendo también la lectura del libro del profesor Emilio Lledó El silencio de la escritura. Yo he sido un lector que ha devorado libros y libros desde mi infancia; tuve la suerte inmensa de tener una biblioteca en casa y luego he podido manejar bibliotecas estupendas en Madrid, en Ohio Sate University, en el Colegio de México y ahora las magníficas de la Real Academia Española (entre otras, la de don Antonio Rodríguez Moñino y la de Don Dámaso Alonso). La relación de las nuevas tecnologías, Paloma, con la literatura está llena de posibilidades tanto en la creación como en la lectura. Las posibilidades de los hipertextos y de los enlaces se abren como redes de posibilidades infinitas.
Blecua filólogo
¿Cómo ve el futuro de la filología?, ¿seguir por el camino erudito de la información culta o la más fría vía que modernamente se nos presenta e intuimos consistente únicamente en la enseñanza fría y cuasiautómata? [Pregunta de Angelus-Ruy] No sé cuál será el futuro de la filología; sigo pensando que el camino más enriquecedor es el de la comprensión del texto desde todos los puntos de vista. Es importante no pretender que todos los textos tienen idéntico camino de acceso: no es lo mismo un sermón del siglo XVII que el inicio de una novela ejemplar de Cervantes. En general, la creencia en los accesos únicos de los textos es lo que arruina todos los comentarios de textos que aparecen en las librerías. Si se me permite una aclaración: la filología nunca es fría, los que son fríos son algunos profesores o especialistas.
¿Cuáles son sus autores poéticos de cabecera? y ¿cuál es el último libro de ficción que ha leído? [Pregunta de Lola Pons] Mi querida Lola: Mis poetas preferidos cubren un amplio abanico que va desde la poesía de cancionero del siglo XV hasta creadores actuales como Eloy Sánchez Rosillo. Me detengo especialmente en Garcilaso, en Fray Luis, en Aldana, en Quevedo, en Góngora. Me interesaron muchos los autores del Siglo de Oro. Entre los autores del siglo XX tengo una especial devoción por Jorge Guillén. Disfruté mucho con la poesía de Álvaro Mutis en un curso en México. Tengo un montón de obras de ficción pendientes en estantes de mi casa madrileña, incluso tengo que escribir un prólogo a una obra de narradores leoneses. La última obra ha sido El lector de Julio Verne.
Philippe Roth habla en una de sus novelas, refiriéndose a la creación literaria, del placer de lo inútil. ¿Es hoy la literatura, la ficción, un trabajo -para el que lo hace,para el lector- inútil? [Pregunta de Pascual Garrido] No creo en modo alguno que la creación literaria sea el placer de algo inútil. Siempre recordaré la exclamación admirativa “¡Carajo!” en boca de un escritor americano al terminar la lectura de una obra de Kafka o la afirmación de Carlos Fuentes: “La literatura es un diccionario de pasiones”. La literatura abre un mundo, crea mundos maravillosos. A mí me han preguntado seriamente en una entrevista en televisión qué opinaba sobre la reconstrucción de la casa de Dulcinea, otra vez me han llevado a ver la casa del caballero del verde gabán en Villanueva y otra me han pedido que protestara por la falta de instalación eléctrica en la Cueva de Montesinos.
¿Quién le enseñó Historia de la Lengua, qué recuerdos tiene de aquellas clases y en qué sentido está presente hoy en su vida intelectual esta disciplina sobre la que versa nuestro blog? [Pregunta de Lola Pons] Yo tuve la suerte inmensa de cursar la asignatura de Historia de la Lengua con don Rafael Lapesa en la Universidad de Madrid. En Zaragoza, donde yo estudiaba, no había estudios de Filología Románica y tuve que ir a estudiar a Madrid por consejo de Francisco Ynduráin y de Ricardo Gullón. Nunca se lo agradeceré bastante. Las clases de Lapesa fueron extraordinarias por su calidad y por su sólida preparación. Don Rafael era un profesor muy exigente, dotado de una gran claridad expositiva y de unos conocimientos profundísimos. Tengo que confesar que en los primeros cursos en que fui profesor de esta materia imitaba en todo lo que podía a don Rafael. Luego, ya de profesor mayor, tuve muchísima relación con él y siempre me iba indicando qué artículos tenía que leer. Ahora, en el despacho de la Real Academia Española, tengo su retrato y su presencia me sirve de estímulo porque para mí siempre es un ejemplo vivo de ética y de honradez intelectual. Aprendí mucho con don Rafael, sobre todo el rigor en el trabajo y el esfuerzo. Después he aprendido mucho en conversaciones con los amigos: Juan Alcina Franch, Félix Monge, Emilio Alarcos, Francisco Rico, mi hermano Alberto, Aurora Egido, José Antonio Pascual, Juan Gutiérrez Cuadrado, Gloria Clavería… La Historia de la Lengua siempre ha estado presente en mis intereses y he trabajado mucho en aspectos muy concretos. En el año 1968 me encontré con una facultad nueva, con una universidad recién creada, y tuve que enfrentarme con la organización de las asignaturas, la creación de un fondo bibliográfico y con la necesidad de compaginar la filología tradicional (la Historia de la Lengua fundamentalmente) con las asignaturas nuevas de carácter teórico de la teoría generativista. Unos años después fundé un Seminario de Filología e Informática que ha dado excelentes frutos como recientemente la informatización del Diccionario de Corominas y Pascual, obra de Gloria Clavería. Tengo que confesar que me siento muy orgulloso de que en la Universidad Autónoma de Barcelona se sigan cultivando las lecciones y las investigaciones diacrónicas de la lengua española.
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