miércoles, 30 de diciembre de 2015

el Bosque Viejo, la entrada a un mundo nuevo

La noticia de la edición "definitiva" de El Señor de los Anillos me hizo desearla tras ver qué introducía de novedoso. Pero a causa del precio inmenso de la edición, entre otros motivos por introducir una obra que no tiene por qué ir unida a la de Tolkien en su venta, me eché para atrás y decidí, para darme un capricho, comprar una edición que me gustase y en inglés. Y así fue como llegó a mis manos una reimpresión de la primera edición en un solo volumen de la obra. Y no me arrepiento, ya no sólo porque me haya costado, entre el libro y su porte desde Inglaterra, 4 euros y algunos céntimos, sino que además las noticias negativas sobre la edición "definitiva" no dejan de llegar.

mi ejemplar


Una vez presentado el libro, es momento de exponer las dos ideas sobre las que quería tratar. Hay que tener en cuenta que es la cuarta lectura de El Señor de los Anillos que hago y sobre estos temas he pensado en otras ocasiones, es decir, no es la primera vez que me caliento la cabeza con algunos "misterios" de la obra. Ahora creo que tengo ciertas intuiciones que pueden ayudar a comprender el porqué existe en la obra el Bosque Viejo, Tom Bombadil y Baya de Oro. Ojo, no vamos a tratar el qué son, o quiénes si lo preferís. Que creo que está muy claro. Sino el qué hacen en ese momento de la obra, parando la acción pretendida de la narración.

En primer lugar parémonos a comprender el contexto diegético, por llamarlo de algún modo. Frodo y sus acompañantes emprenden un viaje difícil, oscuro, recorren millas y millas a pie en un viaje sin pausa, a menos que fuesen para descansar. En ese momento se pierden en un bosque abrumador y en él pierden tiempo; esto da la impresión de estar ralentizando el ritmo, de parar la acción, y parece hacer perder tiempo a los hobbits de un modo innecesario y también al lector, que durante tres capítulos no lee nada que afecte de modo trascendente a la acción. Desde un punto de vista impresionista, esto es así.

Ahora, una lectura atenta podría hacernos ver que la estancia en el bosque es de dos noches, quizás porque el día entre ambas noches es suficientemente lluvioso como para no continuar de forma segura. No pierden tanto tiempo. Además, desde un punto de vista interno a la narración, es lógico que Tom Bombadil quisiera saber más sobre ellos (y lo hace cuando no está en "escena", seguramente, hablando con Maggot y con Gildor) y una vez que tiene dicha información, querría hablar con ellos como hacen durante ese día "perdido", ya que comprueba la existencia del anillo único, o les aconseja el mejor modo de llegar al camino del Este. Por tanto, ni es el tiempo que pasan allí tan grande, ni es tan inútil. Quizás, el problema sea más la suma de tres capítulos que ocupa la narración desde que entran en el bosque hasta que llegan a Bree, pero es una idea más impresionista que objetiva. Quizás, sin su paso por el Bosque Viejo, si hubieran ido solos por los túmulos, no habrían pasado con vida de ahí.

Hay otros hechos que nos hacen dudar de la aseveración e impresión de que la parada en el Bosque Viejo es excepcional. Antes de llegar, ya habían parado (y en páginas se extiende bastante) con Gildor, también en casa de Maggot y luego en la casa que compra Frodo justo al lado de la cerca. Son muchas las páginas que se utilizan para contar lo que ocurre en esos lugares. En total, la pausa en esos lugares ocupa más tiempo que en el Bosque Viejo.

Entonces, ¿a qué viene esa impresión de ralentización? Sólo un motivo: el buen hacer de Tolkien. Es decir, Tolkien no sólo utiliza un capítulo entero para contarnos la vivencia en casa de Tom Bombadil, sino que en ella ocurren cosas extrañas, sueños, danzas, comidas y sobre todo charlas. Pero no queda aquí, sino que el capítulo anterior es en el que entran y se extravían en el bosque, para al final, conocer a Tom, que los guiará a su hogar. Ese capítulo es el que más puede producir esa sensación de lentitud gracias al estilo de Tolkien, que aquí nos va contando cada uno de los pasos (literales) de los hobbits (algo que no ocurrirá ya más, quizás hasta Gorgorth, pero aún me queda mucho para llegar ahí y comprobarlo), pasos y palabras y sensaciones, muy minuciosmante. Esto va produciendo una lentitud de la forma que acompaña a la lentitud del contenido. Es decir, Tolkien es un grandísimo narrador por saber, no sólo escribir poéticamente, sino también, adaptarse a cada situación narrativa para que la forma sea la que más se ajuste y así, por tanto, producir una sensación coherente y envolvente. El descanso en casa de Tom y Baya de Oro, así, se convierte en la continuación, ya más sosegada, de lo que venía produciéndose en el capítulo anterior. Aún no he leído el siguiente capítulo, pero lo recuerdo suficientemente bien como para saber que es la culminación de esta tríada de capítulos en los que Tom es el personaje más intrigante (aunque para mí, sinceramente, lo es Baya de Oro). Una vez llegan a Bree, los tres capítulos anteriores (el que sean tres es lo que más hace que tengamos la impresión de pérdida de tiempo) parecen ser como un mal sueño en la mente de los hobbits, el camino que parece que no debieron perder se reanuda y todo sigue como debiera.

¿Alguien sabe de quién es esta imagen?

Y aquí viene, tras esta larga introducción, el quid de la cuestión: ¿a qué vienen estos capítulos? Tengo el recuerdo de haber leído mucho sobre esto, pero nada seguro, lo que demuestra el interés sobre estos capítulos tan extraños y, aparentemente, tan fuera de lugar y de la acción narrativa. Voy aquí a intentar exponer dos intuiciones que contradicen esa impresión. Quizás, si me resultare fácil, más adelante buscaré en Cartas de Tolkien y en la Historia de El Señor de los Anillos información proveniente de Tolkien, padre e hijo. Partamos de la conclusión directamente, que no es más que una impresión que me ha surgido al leer y reflexionar sobre ello; después intentaremos justificarlo. Los capítulos de Tom Bombadil son capítulos que sirven para introducir de un modo directo y ya para siempre la magia y la geografía.

Con el concepto magia no me refiero al acto de invocar dragones que acaben con el enemigo, como si de una aventura de Dragones y Mazmorras hablásemos. Me refiero a lo maravilloso, a lo no previamente natural, racional. lógico. En la Tierra Media, en la que nos introducimos por los ojos de hobbits a través de un lugar tranquilo, lejano de ruidos, ajeno a seres extraños, que no aparecen en su propia tradición más que en historias y algo en recuerdos de su propia Historia, no hay magia. La Comarca aparece definida muy bien por Tolkien como lugar apartado y tranquilo, y no voy a repetir sobre esto, pero sí es interesante pararnos en un detalle. Hacia el este, que es hacia donde transcurre la aventura, la Comarca está delimitada por una cerca muy, muy larga. Una vez que los hobits traspasan el último límite del lugar tranquilo, entran de lleno en lo desconocido, de donde sólo algunos rumores se conocen. Ahí comienza lo maravilloso, lo desconocido y el miedo. Es la introducción en lo mágico, y, quizás, sólo sea esa la utilidad de los capítulos, si es que se puede hablar de utilidad en estos casos. Pero es obvio que al entrar en un nuevo ámbito geográfico y, no olvidemos, también una nueva etapa de la vida de unos personajes que observamos, que es, en cierta forma, también una parte de nuestra propia vida, es el momento idóneo para la introducción de lo que entonces parece inverosímil dentro de la lógica interna que hemos conocido, pero que después será parte intrínseca del camino vital.

Entre los elementos mágicos tenemos al Hombre Sauce, a Tom Bombadil y a Baya de Oro. Son lo nuevo frente a los hobbits y elfos o, incluso, Gandalf, como ser excéntrico, que no pasa de pirotécnico para los hobbits. Ahora hay una gran revelación de la magia. El momento en el que Tom se pone el anillo y no ocurre nada o cuando Frodo se lo pone y Tom es capaz de verlo son los momentos más explícitos. Algo que no había ocurrido nunca. O el Hombre Sauce, que engulle a Merry y Pippin. Baya de Oro, que aparece como una dama que parece tener una relación muy íntima con la naturaleza, como se ve por las descripciones que Tolkien nos hace de ella. Que los primeros personajes, al salir de la Comarca, sean de este cariz es, para mí, prueba de que se busca romper con lo viejo, con nuestra vida pasada apacible y normal. Es aquí cuando la Tierra Media se llena de seres mágicos y ya sabemos que no todo es tan normal como los hobbits o los elfos, que no pasan de parecer como grandes sabios, nos hacen creer al comienzo de nuestra lectura. Y así, en definitiva, se ensancha el mundo hacia lo incognoscible y eterno.

Otra función que podemos intuir de estos capítulos sería la de servirnos de obertura a un mundo nuevo y aquí mundo lo utilizo en su sentido más geográfico. La Tierra Media es un mundo vasto y lleno de países muy distintos entre sí. Desde tierras secas, baldías, a frondosos bosques, regiones de verde intenso de praderas, montañas enormes y cuevas profundas habitadas. Sin embargo, todo comienza en un lugar de colinas suaves, llanuras cultivadas y regadas por algún río. Un lugar no especialmente distinto a lo que nosotros mismos conocemos que es, precisamente, lo que Tolkien pretendía. Es en estos capítulos, especialmente el primero de ellos, una vez que cruzamos el arco y túnel de la Cerca, cuando nos encontramos en un mundo nuevo, no sólo para nosotros, sino para estos hobbits, que no habían pasado de la región de los Gamos. El Bosque Viejo se presenta como un mundo vegetal con conciencia propia, capaz de dirigir los pasos del caminante por donde quiere, capaz incluso de odiar a todo ser que no tenga raíces. Es un bosque que ya nos preludia lo que será la Tierra Media, un lugar lleno de peligros y que donde menos te lo esperas la Naturaleza se puede volver contra ti o, también, ayudarte.

En otro sentido es presentada la geografía, en especial en el capítulo VII. En este capítulo Tom y Baya hablan del mundo. Y se hace referencia a que la Tierra no siempre fue igual, de hecho, que no existe un siempre para la Tierra Media. Hubo un principio para la Tierra Media que conoció Tom y cuyo pasar del tiempo había ido modificándola, no siempre había sido igual. Sabemos que el bosque es el resto más antiguo de los bosques primeros de la Tierra Media, que sus árboles están ahí desde entonces, y eso nos evoca la enormidad del tiempo, la modificación del espacio y la pequeñez de una generación, de un individuo. En definitiva, estas serían las dos visiones de la geografía que nos presentan estos capítulos.

Una vez que ya sabemos que estamos en un lugar antiguo, no siempre igual, lleno de peligros y rodeado todo de una magia no aprehensible ni controlable por cualquiera, y no en una simple región calma de agricultores y fumadores de pipa, se nos acrecienta el interés por una obra que sabemos que no es breve. Ahora, además, con nuevos alicientes que apelan a nuestro más profundo gusto por lo extraño, lo maravilloso, lo mágico, pero también artístico, imaginativo y estético.

(Las imágenes son propiedad de sus autores, etc., han sido tomadas de internet excepto la foto de mi libro)
















miércoles, 2 de diciembre de 2015

animalistas. Un artículo que no va a gustar a nadie

En este artículo quiero reflexionar sobre un hecho desagradable en varias dimensiones. No es algo que esté ahora en el candelero, pero en una conversación con una amiga fue desarrollándose algunas ideas sobre este tema. Se trata de lo que considero, sin ningún tipo de problema, como hipocresía de los mal llamados "animalistas", no de todos, que los habrá buenos, quizás; me refiero a aquellos que son capaces de utilizar la violencia contra otra persona por defender a un animal. Me explico.

Hay que partir de un topos, un lugar común que creo que todo el mundo acepta. Al menos, todo el mundo apreciable: el maltrato a otro ser vivo es malo. Y cuando digo que es malo, es que es una acción producto del MAL. Por tanto, no puede haber ningún argumento que no sea manipulador a favor del maltrato. Para mí, y hago este paréntesis para que no se me confunda, el matar para comer, siempre que respete la tradición cultural del momento, no entra dentro del maltrato. Y aquí la discusión podría alargarse, pero creo que la premisa básica es aceptada por todo el mundo que merece, de antemano, tomar en cuenta en una disquisición.

Nadie me negará que amar al hijo bueno es fácil. Al hijo que obedece, al hijo respetuoso con los padres, esos padres le tendrán aprecio y se sentirán orgullosos. Sin embargo, más difícil y, sin embargo, más valioso es el amor al hijo pródigo. Ya nos lo enseñó el Pescador. Podemos sacar una conclusión: amar al que se muestra leal y cercano es más fácil. Es más, es más fácil amar al que piensa como tú, es decir, al que se encuentra en tu área personal, en tu círculo. Todos hemos sido despreciados por gente que pensaba diferente de nosotros. Despreciados, insultados y algunos hemos tenido la bendición de ser golpeados por ese motivo. Es difícil, en definitiva, amar al diferente.

Esto me lleva a que odiar es fácil. Odiar a otro Ser Humano es muy fácil. Y creo que nadie negará que odiar a otro Ser Humano cuando piensa diferente a ti es algo que apenas requiere esfuerzo. Los ejemplos los podéis encontrar en canciones, en entrevistas televisivas, en estadios de fútbol o en las guerras continuas.

Esto se engarza con lo que decía de la hipocresía de los falsos animalistas en cuanto que ellos aman a unos seres vivos, pero odian, odian con todas sus fuerzas, a otros seres vivos, a los que más se parecen genéticamente a ellos, pero que ideológicamente más se diferencian. Donde hay odio hay maldad. Las buenas intenciones hacia los animales se quedan en nada cuando el odio se escurre por otras vetas. Es el nuevo racismo. Antes hubo épocas en que se odió a razas, o a clases, o a extraterrestres (en serio, hubo ese odio en EEUU). Ahora se odia al que ideológicamente no se parece, se diferencia, está lejos, al que no es leal a tus ideas, el que se rebelde a tus expectativas.

Los mismos que odian a esos Seres Humanos, "aman" a animales, pero ¿a qué animales? ¿Al tapir?, ¿al kiwi? Más bien al perro, por ejemplo. ¿Por qué? Precisamente por el mismo motivo que odian a la persona diferente. Porque el perro es el animal fiel por antonomasia. Es el animal que muestra esos valores que les faltan a las otras personas. Ese amor que no son capaces de expresar a un hermano, se lo expresan al perro, que es indefenso y la relación no es en ningún caso intelectual, con el que razonar de un modo lógico, con el que discutir sobre los puntos en los que la opinión diverge. Lo fácil es odiar, y por eso se ama al que no puede negar ese amor, o rechazarlo, o revelarse. El odio, que es lo que impera en el alma de esas personas, son las que sale fuera y así son capaces de atacar violentamente contra aquellos que atentan contra otros animales.

Así, los animalistas son hipócritas, porque "aman" al que es fácil de amar. En el fondo no aman ni han sentido nunca amor. Su alma es odio, mientras no amen lo contrario.


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