miércoles, 12 de julio de 2023

En torno a VERDADES Y MITOS DE LA IGLESIA CATÓLICA, de Gabriel Calvo Zarraute

 Los aficionados a la Historia como disciplina académica y de divulgación contemplamos con desasosiego dos tipos básicos de acercamiento a los hechos históricos: los falsarios y los honrados. El libro que pretendo comentar brevemente sería de los segundos.



Los que nos dedicamos a la enseñanza vemos con profundo pesar que la  manipulación que ya nosotros sufríamos cuando estudiantes, no solo no ha disminuido sino que es aun más opresiva y está más diluida en las páginas de los libros de texto. Es muy difícil hacer cambiar la opinión sobre hechos históricos a quienes la han adquirido o desarrollado en su periodo estudiantil. Una vez creada la opinión, lo normal es que te la lleves a la tumba.

Sin embargo, los que hemos llegado a sacudirnos las opiniones que nos obligaban a tener en los centros de enseñanza debemos intentar divulgar aquello que acerque a nuestros hermanos a la verdad, para que sus opiniones estén bien fundadas. Porque sí, la hay. Y es que las opiniones generalizadas hoy se deben a la enseñanza desde la mentira; hay que mostrar la verdad.

No discutimos que los hechos mostrados en las asignaturas de <<letras>> en los centros de enseñanza no hayan sido vividos (si bien, a todos nos viene a la mente esos textos de secundaria, oficiales, en los que se sitúan a personajes históricos fuera de su contexto, que de todo hay). El problema viene cuando la información es parcial y viene mediada por la opinión de la editorial, lo que supone valoraciones subjetivas, cargas argumentativas partidistas, etc. en el propio libro de texto del alumno. Peor aún es cuando es el profesor el que realiza de este modo su trabajo.

Obviamente, no se puede mostrar todo lo ocurrido en un curso académico, limitado en horas y contenidos, pero la poda no se debe hacer en un sentido horizontal, sino vertical; es decir, hay que quedarse con lo suficiente que nos permita hacernos una imagen cabal de los sucesos, y cortamos en los detalles menos relevantes o más profundos. Por ejemplo, en el tema de la Guerra Civil, no se puede hablar de los <<pistoleros>> de la falange y no hablar de las Chekas de los partidos de izquierdas. Ambos sucesos hay que mencionarlos, pues competen a los dos bandos de la Guerra, y de cortar en algún sitio, las Chekas fueron más importantes y tuvieron más peso en el devenir histórico. Otra cosa es obviar qué legislación se había promulgado o en qué consistía un jurado popular, contenidos que si bien aportan un mejor conocimiento, no modifican la comprensión de las causas de la Guerra y su desarrollo a nivel de ESO.

Los hechos objetivos hay que exponerlos, la interpretación de los mismos, segunda parte del estudio de la Historia, requiere que los primeros sean suficientes y relevantes. Primer problema en secundaria, pues solo se muestra lo que conviene a la ideología imperante. La interpretación, así, quedará truncada y la opinión que un ciudadano medio se hará de los hechos será imperfecta y partidista. Y ya sabemos qué importante es la opinión sobre hechos históricos a la hora de votar en unas elecciones.

La ideología, conjunto de creencias que nos impone una visión de la realidad, es algo que debería desaparecer. La realidad es la que es, interpretarla desde una ideología tiene el defecto de que lo único que buscamos es justificar nuestra ideología, en muchos casos causante de grandes males, como el marxismo. Para ellos ponderamos los hechos de distinto modo según nos convenga para nuestras tesis. Lo que debemos hacer es intentar interpretar (relaciones causa-efecto, definiciones, descripciones...) desde y por los hechos mismos. Solo en aquellos casos en que no entendamos las relaciones, los porqués, podríamos aplicar algún prejuicio si nos sirve para comprenderlo, o podemos improvisarlo para ver si la creatividad está inspirada. Pero esto no puede ser la norma.

El libro que hoy comento, tiene un 80% de objetividad, y un 20% de subjetividad. El 80% se distribuye en hechos, datos, testimonios, todo de primera mano, para poder mostrar cómo y por qué un hecho llevó a otro. También en contraponer los datos objetivos a lo que otros pseudohistoriadores han interpretado o mostrado, echando por tierra la de estos falsarios. El 20% de subjetividad (que no significa que no sea verdad) se reduce a afirmaciones como que el descubrimiento de América por España fue más beneficioso para aquel continente que si hubiese sido descubierto por Reino Unido; algo que parece verdad, pero que es una opinión; o cuando dice que algo fue providencial: para un ateo pudo no serlo, simplemente ocurrió.

Historiográficamente hablando, por tanto, merece mucha atención y respeto. No es un libro de investigación, sino de recopilación (suficientemente exhaustiva) de hechos, datos y testimonios que  ayudan mucho a tener una visión general de los mismos. A veces, los detalles más nimios ayudan a entender mejor un hecho global. Por ejemplo, la mención de una intervención radiofónica de Pío XII permite interpretar mejor la postura del Papa, que las interpretaciones ya ideológicamente marcadas de historiadores que no te mencionen el hecho, pero juzgan como cobarde la supuesta postura del Vaticano para con el partido nazi. Este entrar en los detalles permiten una reinterpretación de los hechos para no caer en fanatismos impuestos por los autores de la ideología oficial. De ahí el subtítulo del libro: <<La historia contra la mentira>>.

La estructura del libro es la que sigue: 

Prólogo de Pío Moa

Introducción con cuestiones metodológicas

Un primer capítulo sobre la Edad Media, centrado en el Islam, en las Cruzadas. 

Un segundo capítulo sobre la Inquisición y las expulsiones de judíos y moriscos.

Un tercer capítulo sobre el descubrimiento de América y el supuesto genocidio de los Indios por parte de la Corona española.

Un cuarto capítulo sobre la Ilustración.

Un último capítulo sobre el papel del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente su relación con el nazismo.

Un libro de casi 600 páginas, que a pesar del volumen no puede entrar en las profundidades que cada tema merece, pero no es el formato para ello. Sin embargo, es tal la cantidad de bibliografía que presenta comentada, que invita a seguir oteando a través de cada ventana que deja abierta.  Y es que nos hemos quedado con ganas de saber más detalles de cada uno de los episodios expuestos.

¿Algo malo?

Sí. Es un libro que de haber sido revisado antes de su publicación, habría sido de lectura algo más rápida (y ya lo es); pues se nota que en la reescritura de párrafos se deja oraciones enteras prácticamente iguales en párrafos contiguos, lo que afea la lectura. Un poco más de orden cronológico dentro de algunos epígrafes se hubiera agradecido. Sin embargo, en ningún caso el contenido de este libro desmerece una nota altísima.

En definitiva, es un libro que recomendaré a todos mis alumnos a partir de 4º de la ESO.

 Sobre el autor, poco que decir, os dejo un par de enlaces para que podáis descubrirlo por vosotros mismos:

Tace et lege (filosofía): https://www.youtube.com/live/wuq-5bo5F6c?feature=share

El pasado que no pasa (historia): https://www.youtube.com/live/4vcx_MTaV0E?feature=share

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