A los 16 años un amigo, Alejandro, comenzó a recomendarme esta novela. Poco tiempo después, otro, Muro, hacía lo mismo. Por lo que me decían, sentía curiosidad. Después llegó la recomendación de la película, pero no quería hasta que pudiera leerme el libro, no quería que me pasara como con El Señor de los Anillos. Pasaron los años, me descargué la película y me compré el libro. Y el libro esperó. Hasta ahora. A raíz de la lectura del libro del sacerdote Gabriel Calvo Zarraute, Mitos de la Iglesia Católica, junto con un tuit, donde alguien decía (más o menos literalmente) "y a fin de cuentas, Jorge de Burgos tenía razón", con un telegrama de la película, junto con el intento de verla de mi esposa, ya no pude esperar más. La he leído. No prometo ver la película.
El acto de lectura no ha sido placentero. He leído a trompicones: 10 páginas un día, una semana sin leer, luego 15, luego 5, luego otro puñado de días sin leer... Al final, le he dado un buen apretón a la lectura para terminarla rápido (concretamente el sexto y séptimo día, junto con el folio final, en dos días). Esta lectura, casi siempre para coger el sueño, son tomar apuntes, dejando que ideas que sobrevenían murieran en la mente, han hecho que no haya podido realizar un texto como hubiera querido, analizando diferentes aspectos con cierta profundidad o, al menos, detenimiento. Pero al menos aquí dejo un par de reflexiones generales que considero interesantes apreciación global sobre las ideas del texto.