viernes, 31 de mayo de 2013

La muerte pelá

Mientras termino el libro que quiero reseñar aquí, os dejo algo para que os deleitéis: la muerte pelá. Paso de la Semana Santa de Jerez de los Caballeros:

La foto es de por ahi, internet, si la encontráis por ahi, puede que sea la original.

domingo, 12 de mayo de 2013

la malicia de los tiempos o de como podemos entender la heterodoxia

En el Index que publicó el Cardenal Quiroga en 1588, de libros prohibidos, aparece lo yusodicho (la mayúscula es mía) en la introducción. La cita procede de Espiritualidad española, de Pedro Sainz Rodríguez,  1961, Ediciones Rialp.

Pedro Sainz Rodríguez


En dicha cita aparece un sintagma: "la malicia de los tiempos", de la que quería dejar dos notas. Os dejos el texto que aparece en el libro de Saiz Rodríguez:
Cuando se hallaren en este catálogo prohibidos algunos libros de personas de grande cristiandad... no es porque los tales autores se hayan desviado de la Santa Iglesia Romana..., sino porque, o son libros que falsamente se les han atribuido..., o por no convenir que anden en lengua vulgar, o por contener cosas que, los tales autores píos y doctos las dijeron sencillamente y en el sano católico sentido que reciben, LA MALICIA DE LOS TIEMPOS las hace ocasionadas para que los enemigos de la fe las puedan torcer a propósito de su dañada intención 
Bien, una vez leído, me pregunto: ¿qué es la malicia de los tiempos?



Como esta es la causante de que se pueda interpretar de un modo distinto a como se haría en otros tiempos pasados, podemos llegar a la conclusión de que es el cambio en el pensamiento a lo largo de la Historia, o más correctamente, la aparición de nuevos modos de entender, valorado moralmente.

Quizás, incluso, se puede añadir la situación de protestantismo que se estaba extendiendo en Europa; pero como la heterodoxia es un cambio de mentalidad sacada a la luz, no se contradice con lo anterior, sino que lo apoya.

Es lógica, por otra parte, esa valoración moral a la que somete el que haya nuevas formas de interpretar textos teologales o dogmáticos o de cualquier otra índole intelectual.

¿A vosotros qué os parece?

Para quien quiera ver una versión de unos años antes del Índice puede verla aquí: http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=ucm.5316534733;view=1up;seq=15

viernes, 10 de mayo de 2013

Guerra y Paz. Entre la filosofía de la historia y la literatura.

En esta entrada, a diferencia de la anterior sobre Guerra y Paz soy mucho menos metódico. He dejado que el discurso avance, siempre bajo una premisa: no salirme del tema que llevo mucho tiempo queriendo tocar, el de cómo se relaciona la reflexión histórica y la literatura dentro de una novela.

En el I Certamen internacional de novela histórica Ciudad de Úbeda, coincidían los ponentes en algo: una novela, aunque sea histórica, es una novela, y la erudición debe ser sutil, y cualquier otro tipo de reflexión queda a parte, lo que importa es le historia, y que esté bien contada (relato). Así pues, me sorprendía mucho lo que iba viendo en Guerra y Paz, ya que cada "poco" había textos expositivos con carga argumentativa en los que reflexionaba el ¿autor? sobre la propia esencia de la Historia, como sucesión de hechos producidos gracias a la libertad-necesidad de los pueblos. Ante esto, se me impuso la necesidad de reflexionar. Al final, esta entrada se centra más en la Historia en sí que en el carácter literario de estos fragmentos, aunque algo hay también de esto. Me gustaría que el que lea esto reflexione, tras leer el artículo, y muestre su opinión en los comentarios al menos. Pasemos sin más demora a la reflexión.



Sorprende ver cómo, Guerra y Paz, obra eminentemente alejada de las pasiones y de las inquietudes de la masa, obra que se centra en el devenir de un pueblo, el ruso, representado por la Aristocracia casi en exclusiva, al llegar al último capítulo, se convierte en un tratado de historiología con una preocupación omnipresente en "los pueblos". En el fondo, parece ser el interés de Tolstói el de escarvar en la historia para conocer "qué mueve a los pueblos", eterna pregunta para él. Y parece que su novela es un pretexto que pretende ser un instrumento para acercarse a la respuesta. El que los protagonistas sean los que son, que pertenezcan a la clase que pertenecen, no puede responder más que a la época a la que fue escrita y motivado por el relato.

Es decir, por centrar la acción principal en pocos personajes y que estos sean aristócratas da pie a que cada uno o cada grupo de protagonistas puedan representar, aparte de a sí mismos, a una colectividad (o bien sólo a uno de estos elementos). Hay militares de distinta graduación. Hay personajes que sólo se centran en sí mismos como ya tuvimos tiempo para ver. Estos personajes, representantes de un grupo, no toman todas las motivaciones de este grupo. Pero a través de ellos se vislumbra los distintos intereses. Tenemos a los militares, que no todos son iguales, pues están los oficiales y los que van para comer algo. También tenemos los civiles, con sus propias cuitas y desesperanzas según avanza el enemigo francés. Digamos, que los personajes de la novela, los protagonistas especialmente, son reflejo del pueblo. De ahí que creamos que no queda hipócrita la pregunta y el interés de Tolstói por conocer qué es lo que hace a un pueblo cambiar.



Se pregunta Tólstoi en la secuenca VII de la Segunda Parte del Epílogo: ¿Qué es el poder? ¿Cuál es la fuerza que determina el movimiento de los pueblos?

La respuesta que da aquí Tolstói no es nueva, la viene repitiendo por toda su novela, de modo que aquí sólo la contextualiza en un pequeño tratado historiológico, que es lo que es esta parte de Guerra y Paz. Para él, ni el poder ni los que son sometidos por éste, ni la unión de ambos son los que producen el movimiento, sino "la actividad de todos aquellos que participan en el acontecimiento y que se agrupan siempre de tal manera, que los que llevan el mayor peso de la acción directa del acontecimiento son los que asumen menos responsabilidad, y a la inversa".

Por tanto, como viene remitiendo en desde casi el principio de su novela. No es Napoleón, o los filósofos, ni ningún ente. No hay una sola causa, sino que la acción colectiva, como una guerra, tendrá múltiples causas, ni la muerte de un soldado se reduce a la bala que lo mató, sino que detrás hay un cúmulo de circunstancias que acaban dando este resultado. Así, la suma de las voluntades y de los acontecimientos acaba dando por resultado ese "movimiento de los pueblos" que tanto interesaba a Tolstói.



Ahora bien, toda esta reflexión dentro de una novela histórica nos hace preguntarnos si verdaderamente es una novela histórica como se entiende hoy en día. O si estamos ante una novela con una intención que va más allá del entretenimiento o de dar a conocer a través de éste hechos acaecidos en la historia reciente. Como ya resolví anteriormente, creo que Tolstói, buscando la respuesta, acaba por escribir una novela que le pudiera hacer comprender. Un poco como la novela naturalista, en el que a un personaje se le sitúa en distintas vicisitudes para ver así como evoluciona psicológicamente, sólo que ahora se juega con todo un pueblo, de modo que contando la invasión napoleónica de Rusia pretende nuestro autor encontrar motivaciones más allá de la vanagloria egoísta y soberbia del gran Napoleón.

Pero también nos preguntamos si no hará la novela de forma deductiva, intentando justificar sus ideas con casos concretos como el de dicha invasión. En el tratado del final de la novela, Tólstoi nos dice que la concepción de libertad o necesidad que tenemos en cuanto a la realización de un hecho del pasado depende de: "el vínculo más o menos cerrado entre una manifestación de la vida de un hombre y el mundo exterior, su mayor o menor retroceso en el tiempo y su mayor o menor dependencia entre las causas por las cuales nosotros examinamos esta manifestación". Por tanto, nos parecerá un acto más libre, casual diríamos nosotros, si no sabemos nada de ese hombre, si ocurrió hace mucho y si no conocemos las causas de la acción. Y al revés, encontraremos que no pudo ocurrir de otra forma si conocemos la vida del hombre, si no hace tanto de lo ocurrido y si conocemos alguna o todas las causas conocibles. Su conclusión es que no hay ni libertad ni necesidad absolutas. ¿Buscará con la novela justificarse y enseñarnos sobre esto?



El problema que se plantea ante los razonamientos de Tolstói es que jamás conoceremos o comprenderemos las "leyes" de los acontecimientos porque solo conocemos un relato del mismo, desconocemos algo del espacio, del tiempo y de las causas. Pero ¿negaría esto la libertad de los pueblos? ¿Estaría todo determinado por el entorno y la vida propia?

Los hechos reales nos son conocidos a través de los documentos y de los testimonios, que son relatos. Por tanto, esto no es la verdad tal cual, siempre tendremos la duda de si algo de libertad quedará en el Ser Humano a la hora de actuar. Sin embargo, por poner un ejemplo, si pusiéramos en duda la Donación de Constantino, podríamos pensar que la libertad de los fieles han sostenido a la Iglesia. De hecho, la libertad para no creer también la hace tambalear en algunos sitios.

imagen de la donación de Constantino

No podemos concluir aquí nada, todo está en la novela y en su obra, por tanto, nos abstendremos de ellos, valga hasta aquí para hacer ver la complejidad que se esconde tras la historia que nos quiere contar, complejidad impulsada por su intención de comprobar sus ideas, o de comprender la historia. Esto último también nos serviría para perdonar a Tolstói, si es que es alguna culpa hacia el lector, el que introdujera sus reflexiones cercanas a la filosofía de la historia al comienzo de algunas partes y en el final último de su obra.

Una vez entendida su función, podemos reflexionar sobre la necesidad de leerlas y su valor "literario", ya que dentro de una obra literaria está y, por tanto, tiene alguna función más allá de la intelectual. Para ello, reproduzco una nota que tengo en mi libreta sobre esto, pero ahora soy incapaz de saber de quién es, si alguien lo encuentra, le agradecería que me dijera quién es el autor de esta cita.
Las reflexiones sobre la historia y el destino de los pueblos han de leerse sin perder de vista que se trata de una "voz" dentro de un contrapunto polifónico, una línea trenzada con los acontecimientos individuales y las batallas de los ejércitos. No hemos, pues, de analizarlas como tales reflexiones, verdaderas o no, sino simplemente tener en cuenta su "bajo continuo", como un fondo de trascendencia universal que queda abierto detrás de las figuritas que viven, aman y mueren. De hecho, los lectores de Guerra y paz acaban por saltar o por leer atropelladamente y por encima esos incisos discursivos: hacen bien, pero no por eso deben pensar que tales incisos están de más, ya que cumplen una función necesaria aunque solo sea para quedar como cuerpos extraños interpuestos. En la visión total del libro, hacen falta estas partes de reflexión, aunque con el destino de no ser leídas a veces; les basta con su gris presencia, con ser entrevistas aun de paso, abriendo huecos de pensamiento en medio de los hilo de acción. Pero nos llevaría muy lejos considerar esa otra forma de presencia de lo escrito que no requiere de lectura efectiva, y que actúa, por decirlo así, creando atmósfera, siendo respirado y no captado intelectualmente. 
Muy atrevido Horacio considerando imbécil al lector de Guerra y Paz, que por el solo hecho de ser lector de dicha obra, alguna consideración mayor se merecerán. Atrevido y valiente, sin duda, y creo que muy interesante lo que dice. Si algún lector de este blog quiere aportar su visión acerca de esta cita, estaría encantado, pues daría para una reflexión amplia sobre el carácter narrativo que adquieren dichos fragmentos.



El relato, así, adquiere un interés amplísimo dentro de la novela, superando incluso a la misma historia cuando a reflexionar sobre la literariedad en la literatura y en las obras complejas en concreto nos disponemos.



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