martes, 17 de mayo de 2016

aventurada y peregrina idea sobre el morfema O como marca fonética de masculino


     A los que sabemos algo de lengua nos acusan de ser unos nazis del lenguaje o cosas así. En realidad los opresores de la libertad de conciencia y buen uso de la lengua son los que usan argumentos externos (falacias) para vilipendiar la capacidad de raciocinio a través de un uso absurdo de la lengua, que no deja de ser un sistema con sus leyes internas. Os voy a poner la descripción de una característica del sistema, para a ver si así comprendéis por qué no hay sexismo en el uso del término no marcado.




     Los valores que se oponen usan significantes (secciones fónicas) para expresarse. Cuando los valores son binarios, hay un término marcado (la pluralidad, el género femenino, el rasgo de tensión en los fonemas) que tiene siempre su propio valor en la lengua (el valor opositivo), mientras que el otro término de la pareja es el término no marcado (la singularidad, el género masculino, el rasgo, la laxitud en los fonemas) que, por tanto, tiene dos valores, uno opositivo, que es el que se opone al otro valor de la pareja, y otro valor llamado neutro o, podríamos nosotros ponerle el nombre de general (la laxitud sólo el opositivo). Por eso, en el caso de los rasgos masculino-femenino, el femenino es siempre femenino (es el término marcado de la oposición), mientras que el masculino unas veces es masculino en oposición al femenino, y otras veces, haciendo uso el morfema "masculino" de su valor neutro, sirve para expresar el no-género o un género inclusivo de todos los géneros, que hemos llamado también general.
     Lo que hay es realidades que necesitan expresión. El sexo es una realidad (igual que el tamaño: -ito, -illo; la pluralidad: -es, -s). Y nuestra lengua, de modo arbitrario (¿seguro que sólo arbitrario?) o convencional, ha llegado a reducir la expresión de género a los dos sexos conocidos (la transexualidad no es un tercer sexo), abandonando el neutro del latín. Y para eso, la lengua, que no inventa, sino que reutiliza y selecciona, ha echado mano a unos sonidos que vienen predispuestos, recalco, predispuestos, a representar a uno u a otro por algo que ya intenté explicar aquí. Los valores semánticos de la lengua, como reflejo de la realidad, es decir, la forma semántica de nuestra lengua, ha diseccionado la sustancia en el ámbito del sexo en masculino y femenino, adscribiendo el resto de las realia a una de las dos expresiones sexuales, convertidas, en la lengua, en género. Así, el masculino y el femenino. Siendo, la O o la A o la E o el morfema CERO accidentes que pasaban por ahí y que se utilizaron para dicha expresión.
     Me aventuro, como consecuencia, a lanzar una teoría propia (no se la he leído a nadie y si existe, avísenme), que consiste en que el morfema o morfofonema O no es masculino (ni A femenino), sino que O vale masculino unas veces y otras veces por todos los géneros. Igual ocurre con otras palabras ¿aula, día?, cuya A es la que representa aquí masculino. Por tanto, lo marcado o no marcado es el rasgo semántico MASCULINO, no la O, que es sólo una (entre otras) formas de expresar ese rasgo, aunque sea la mayoritaria.
     El cómo se llegó a que la O fuese el sonido que mayoritariamente se use para representar un valor morfo-semántico, es algo que traté por extenso, más o menos, aquí (y es la tercera vez que enlazo el mismo artículo) :

 http://alargamientocompensatorio.blogspot.com.es/search/label/ling%C3%BC%C3%ADstica

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