lunes, 26 de mayo de 2014

El diablo y otros cuentos de angustia. Guy de Maupassant.

Un autor que nunca había leído, del que sólo conocía el apellido: Maupassant.

     Me enfrenté a él en una edición bonita: El Diablo y otros cuentos de angustia. De la colección El Club Diógenes, editorial Valdemar. 
     Un bonito libro de 251 páginas en las que Mauro Armiño selecciona 20 cuentos. Se podrían englobar por temas, pero es algo que ya hace Fantasymundo. A la espera de poder leer más sobre él y de él, podemos atender a lo que une a estos cuentos y por lo que recomendamos su lectura.
     Guy de Maupassant nace en 1850, por lo que os podéis imaginar que cuando llegó a una edad adulta el realismo está en su culmen, con obras señeras como Madame Bovary, publicada en 1857 por primera vez, o La educación sentimental, en 1869. Fue un escritor tardío, considerándose su vida literaria sus últimos diez años, de 1883 a 1993. Recordemos que Nana de Zola había sido publicada en 1880. 
     Por otro lado, Maupassant fue el pupilo de Gustave Flaubert, el que le impelía a que su estilo fuera de corte realista, que sus descripciones fueran exactas. 
     Por último, fue un escritor que, antes de empezar a publicar sus obras literarias, había sido periodista, lo que le acercaba a la verosimilitud y a la narración de sucesos.
     Por tanto, Maupassant se cultivó en la narración menos subjetiva, de corte realista y naturalista. Sin embargo, al leerle, notamos algo. Dentro de esta lectura en el que los personajes tienen una vida verosímil y hasta el habla pretende ser reflejada de un modo realista, como mandan los cánones, encontramos tortura, odio, debilidad. Creemos que estas maldiciones son producto del entorno en el que los personajes viven en la mayoría de las veces. Estos ambientes convierten a los personajes en mezquinos, envidiosos, en personajes en los que rige el fingimiento y una falsa moral de cara al público (en el caso de los burgueses, que pretenden ocultar hijos bastardos, por ejemplo), otras veces, en el caso de los pobres, no existe fingimiento, lo que existe es la ruindad y la necesidad. Como el hijo que deja a su madre, en la última agonía, sola para ir a recoger el cereal. 
     Tenemos, por tanto, personajes reales. Personajes en los que Maupassant pretende introducir la lupa, pero no dentro del corazón, sino del cerebro. Y lo que descubre es negro.
     A Maupassant se le considera gótico, especialmente por cuentos que no están incluidos en esta antología excepto "las tumbales", cuyo goticismo es apenas un suspiro. Véase El espejo gótico
     No vamos a juzgar nosotros esta valoración, ya que nos queda mucho por leer de este autor, pero sí creemos que hay algo en estos relatos que nos llama la atención: la pérdida de identidad de algunos de los personajes, que nos acerca al existencialismo posterior. Me gustaría saber si Kafka leyó a Maupassant. No son pocos los bastardos en los cuentos del francés, y es bien conocido el problema con los padres que acuciaba a algunos expresionistas como Kafka o Rilke, y lecturas como las de Maupassant podrían alimentar la imaginación y atizar el fuego del desagrado hacia el padre. 

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