lunes, 24 de septiembre de 2012

Flor nueva de romances viejos. Menéndez Pidal manda.

Quería hablar de una reciente adquisición y lectura, se trata, como el título indica, de Flor nueva de romances viejos, escrito por don Ramón Menéndez Pidal.

La edición que tengo es de la colección Austral de Espasa Calpe, 1991. Creo que la mía es la tercera mano.



Al hablar de un libro de romances parece incorrecto decir que Pidal lo escribió, sin embargo, no lo es tanto, ya que él reunió los romances que quería dar a la luz y en un gran número los refundió, formando él parte de la lista de poetas que han aprovechado la tradición para recrear literatura. El propio Lorca lo hizo algo después, con romances como el de Thamar y Amnón, o Tolkien, por la época, con sus Libros de los Cuentos Perdidos o El hobbit, por ejemplo.

Así, el libro es el resultado de un tamiz por el que la tradición, toda, ha pasado para llegarnos de una forma seleccionada e iluminativa. Y esto último lo digo por la propia estructura del libro, que es la clave de su grandeza.

Menéndez Pidal dio una estructura tal al libro que los temas de la tradición se nos ofrece ordenados, recogiendo y refundiendo cada tema para traernos poemas que no se repiten, sino que se suceden en historias cronológicamente ordenadas, y cuando no hay historias compuestas por varios poemas, es uno sólo pero relacionados con los demás por el motivo del poema. El propio Pidal introduce los poemas y las partes en las que estos se encuadran de forma narrativa, siempre buscando la cohesión interna, de modo que la obra quede toda engarzada y acabada, como un libro sobre la épica y la lírica caballeresca tradicional española. Un ejemplo de esto que digo sería:

Síguense otros romances  

de Roncesvalles y de los doce Pares, y este primero es de la muerte de don Beltrán

De esta forma, se introduce una series de poemas relacionados, se relaciona con lo anterior, y se da cohesión al texto completo.

Otro acierto del libro es que con una tipografía de cuerpo menor y en cursiva se introduce un comentario al final de cada serie de poemas relacionados por tema, o al final del poema independiente. Esta subestructura introduce el comentario erudito, aunque breve, relacionando el poema con el resto de la tradición medieval europea (incluyendo sefardíes), comentarios que se pueden saltar alegremente, si lo que uno quiere es únicamente disfrutar de los poemas. ¿Y por qué uno puede disfrutar de este libro?

Aquí viene lo último que quería remarcar. El poema va tratando distintos aspectos de nuestra literatura medieval, desde lo más épico a lo más épico-lírico. Pasando por lo más gracioso y popular. A su vez, la estructura interna de la obra va creando universos épicos o líricos que se van disfrutando por su misma cohesión, que a diferencia de otras antologías, que se convierten en una lista de poemas, en este caso es más parecido a una sola historia contada a través de muchos poemas. El libro mismo parece una historia de la poesía bajomedieval en romance. El que se cuenten las historias del rey Rodrigo, último godo en el trono; la historia de Bernardo del Carpio; los infantes de Lara; el Cid; fronterizos y por último villanescos; le va dando a la lectura la sensación de estar leyendo una saga épica, la saga de Castilla podríamos decir.

En general, los jóvenes actuales que nos gusta leer, y no por cuestiones de carrera, y que nos gusta la literatura de fantasía leemos muchas grandes sagas populares, a modo de Canción de Hielo y Fuego, Dragonlance o Reinos Olvidados. Sin embargo, en ningún momento descubrimos (o nos hacen descubrir) la épica medieval propiamente dicha, cuya presentación que trato aquí es perfecta para que cualquier joven aficionado a las obras de fantasía heroica se aficione.

Aventuras, guerras, traiciones, amores se presentan aquí en poemas breves que son capaces de trasportarnos al momento de la narración. G. R. R. Martin mola, pero la poesía anónima bajomedieval, en romance, mola más. No olvidemos la pasión que siente Sansa por Florián (¿no era así?), pues bien, creedme que ese Florián no es muy distinto a otros caballeros de los romances de verdad, los que han cantado nuestros abuelos hasta hace cuatro días y que ahora estamos condenando al olvido. Si nos flipamos con Sansa (quien lo haga) o con la literatura pseudomedieval, ¿por qué no hacerlo con la medieval de verdad? ¿Por qué no pasar del pastiche a lo original?

Los títulos de las partes que componen el libro son las que siguen:

Parte primera de la flor. Y comienza con los romances de la destruición de España.

Libro segundo de la flor de romances con la historia de Bernardo del Carpio.

Parte tercera de la flor. Romances de venganza.

Flor cuarta de romances. Con la historia del Cid.

Quinta parte. Romances moriscos y de frontera.

Sexta flor. De los romances pastoriles y villanescos.

(por cierto, como mola el frikismo cultural de Pidal...destruición)



4 comentarios:

  1. Tres cosas:

    1ª Pidal friki, pero del bueno y en el buen sentido de la palabra. Lo de "destruición es sublime, jajaja
    2ª La grandeza de Pidal reside en lo que dices: que el hombre presente los poemas de forma que de la sensación de unidad, de interacción. Creo que eso dice mucho de hasa qué punto el hombre era un erudito y tenía una visión clara del conjunto, a ojo de águila, de los poemas.
    3ª "¿Por qué no pasar del pastiche a lo original?" Me quedo con tu reflexión. Vamos a ver, toda épica actual tiene antecedentes, precursores. Los autores modernos, incluido Tolkien, eran lectores ávidos de estos precedentes. Y aunque estas obras sean originales y geniales, los precursores siempre van a tener esa esencia primitiva, más cercana a los tiempos donde la épica era menos increíble y más cercano.

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  2. Claro, el sabor de primitivismo de poemas como los romances lo hacen muy atractivo al lector actual. Ahora, cuando digo pastiche lo hago sin ningún tipo de acritud, podría haber usado parodia o recreación. En este caso he dicho pastiche porque quieren darle el sabor medieval del que nosotros disfrutamos, siendo obras actuales, mientras que las originales (lo digo por lo de origen), que son la medievales, solemos despreciarlas. Y es cierto que hay cosas muy poco fáciles de tragar (pienso en el Amadís, que sólo por el grosor del lomo me echa para atrás), pero hay otras de un encanto muy atrayente, como los romances.

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  3. Yo sí pienso en el pastiche como algo negativo, aunque hay cosas que se agradecen. Hay más variedad entre los poemas épicos de antaño que entre las series "épicas" de hoy, porque hoy en día lo que manda es el mercado. Sí, antes tambien se escribían de una forma que atrajera la atención, pero cualquiera que diga que el "Catálogo de las Naves" de la Ilíada es entretenido, pues no sé qué pensar. No sé, creo que había más variedad en los poemas épicos de antes.

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  4. Yo no veo originalidad en el hecho de que siempre se copien los modelos. Actualmente todo es lo mismo: que si elfos y orcos, que si el viaje iniciático, etc. Claro, cuando algo no es así, toma favoritismos, como Canción de Hielo y Fuego. Pero en general, o se crean "franquicias", como Dragonlance, o se hace un libro como siempre. Y no digo que no pueda estar bien, sólo que es el motivo por el que no haya demasiada originalidad.

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